Los momentos difíciles nos regalan testimonio de heroísmo, que sin duda nos enseñan para la vida. Así, el testimonio de fe y servicio de Roger Vega Campos, mejor conocido en Sabalito de Coto Brus como “Veguita”, no puede pasar desapercibido para quienes le conocemos, y por eso hoy, queremos contarlo a ustedes acá en Radio Sinaí 103.9 FM.
Roger Vega Campos, nació en San Ramón de Sabalito, “en tiempos en que los nacimientos se daban en la casa, siendo ayudada mi mamá por una partera; tiempos en que, para mí, era la cigüeña la que nos venía a dejar, y uno no preguntaba nada”, nos comentó por medio de un mensaje de texto.
Muy niño, con unos 5 ó 6 años de edad, Roger miró a su padre fumar unos cigarrillos sin filtros, lo que llevó a un hermano y a él, “a meterse debajo del piso para jugar y esperar que mi papá tirara la chinga del cigarro; entonces, salíamos y la agarrábamos para fumar nosotros, fue así como empecé a fumar”, escribió.
Aquellos primeros pasos en ese mundo, se intensificaron luego con pensamientos de que, “quien fumaba y tomaba licor contrabando era un hombre; entonces, le robábamos un paquete de cigarros, lo fumábamos en un charral, después ya los comprábamos y así empezó mi vida con el fumado, el error más grande que cometí”, precisó.
Cuenta Roger, que el vicio cada vez era más adictivo, “empecé por poco, después me fumaba dos paquetes por día, ósea cuarenta cigarrillos por día; cuando tomaba me fumaba hasta tres paquetes por día; luego, casado ya fumaba en la casa y hasta estando acostado”. Aunque muchas veces su esposa, hijos y amigos le recomendaron dejar de fumar, no escuchó estos consejos; “me caían tan mal, hasta les decía: es mi plata, a nadie le importa y me enojaba mucho”. Pero, una noche, tras salir a dar una serenata, pues tenía un conjunto musical con el cual deleitaban por medio de la música y del canto, se sintió afónico, y siguió mal.
Pensó que se trataría simplemente de las secuelas de un resfrío, pero tras una cita que gestionó su hija, los médicos indicaron lo que nunca quiso escuchar: “tenés un cáncer tremendo en la garganta, hay que operarlo para ver qué pasa porque parece un cáncer ya pasado”. Las primeras noticias tras aquella operación del 7 de diciembre del 2013 no eran muy alentadoras, el cirujano manifestó que hizo lo que pudo, pero el cáncer estaba avanzado; sin embargo, tras la biopsia todo cambió, y con las noticias favorables de que ya no había cáncer alguno, volvió a la vida del canto y de la música, y con ello también volvió a fumar.
Tres años después, y a pesar de que los constantes exámenes médicos decían que todo marchaba bien, apareció nuevamente el cuadro afónico; luego de unos exámenes privados, la medicina confirma que el cáncer había avanzado. “Luego de recibir radioterapia, llegó la operación en la que extrajeron el cáncer junto a las cuerdas y la laringe, me reconstruyeron el esófago y la operación duró doce horas, mi esposa y mi familia estaban asustados. Estuve tres meses internado, con operaciones cada ocho días, hasta que llegué a pesar cuarenta kilos, me mandaron a la casa a morir, y enviaron una sicóloga para que la muerte fuera más fácil para mi esposa y mis dos hijos”, nos relató Roger mediante mensajes de texto.
“Cuando llegué a la siguiente cita, los doctores se asustaron porque ellos sabían que me iba a morir, porque el 99% morían, yo solo tenía un 1% para vivir, pero el plan de Jesús y María era otro y los doctores me han dicho a cada rato que yo estoy vivo porque yo soy muy activo, por las ganas de vivir que tengo y porque Jesús y María hicieron el milagro, porque esto es un milagro no hay otra cosa”, continúa Veguita en su relato.
“Sufrí mucho con la perdida de la voz, ya no podía cantar en la Iglesia ni echar serenatas, ni pescar que era una de mis cosas favoritas, casi siempre estaba en los ríos pescando y con ese hueco que me hicieron en la garganta para respirar, si caigo a un río de una vez me ahogo porque eso va directamente a los pulmones, hasta para bañarme tengo que tener cuidado porque no se me puede ir agua por ese hueco porque se me va directo a los pulmones; esto fue un cambio extremo de un día para otro, fue tener que acostumbrarme a vivir así, pero Dios y María me han dado las fuerzas para poder ser feliz, así como estoy”, señaló mediante un mensaje.
“Perder la voz, al principio si fue duro, tenía que escribir todo, cuando quería pedir algo o decir alguna cosa se me hacía muy difícil; pero un día, yo le dije a mi hija si no existiría algo en el teléfono para yo poder hablar, ella se metió en el teléfono y se encontró una parte que decía: hablar mudo, bajó eso y desde ahí cambio mi vida… Ni los doctores sabían que existía, más bien me pedían cómo se llamaba y me decían que eso era impresionante, que muchos lo iban a ocupar para poder relacionarse con los demás”, nos escribió Roger con alegría.
Esas ganas de vivir, no detienen a Veguita en poder superarse cada día; entonces, cuando “la sicóloga llegó a la casa se impresionó que yo me comunicaba con mi familia por medio del teléfono, y que seguía trabajando; fue ahí cuando surgió la idea de que, yo les podía ayudar en las reuniones que ellos tenían en el Seguro con las personas que querían dejar de fumar. Desde ese momento les ayudo”, precisó.
Nos contó que, durante su estancia en los hospitales, ha ayudado a muchos motivándolos cuando no quieren comer, ayudándolos a bañarse y superando toda clase de obstáculo que enfrentan; nos cuenta cómo otros pacientes mirando su ánimo “se han ido poniendo las pilas, un compañero me contaba que él estaba echado a morir, no quería comer y quería morirse, apenas yo empecé a comunicarme con él fue cambiando, ahora está muy bien… y siempre que me ve en el hospital se alegran mucho, él y la hermana, porque me dicen que yo fui el ejemplo para que pudiera cambiar y ahora está alentado. Otro, que acaba de morir, yo le contaba que aquí en la casa pasaba trabajando todo el día, también él se fue soltando a hacer cosas y ahora antes de morir ya trabajaba, hacía cosas en madera y otras cosas muy lindas, la vida de él cambió”, recordó Roger.
Y es que esa capacidad de servicio siempre le ha caracterizado, nos contaba Roger que mientras ellos pasaban la mayor crisis en medio de los hospitales, otro sufrimiento que se sumaba al ya presente en las operaciones era precisamente el dejar a sus dos hijos (uno de sus hijos tenía 7 años) en casa de otros, mientras su esposa le cuida en el hospital; y como si esto fuera poco, llevaban sobre sus hombros el cuidar a un adulto mayor que habían recogido para aquella época, a quienes siguieron cuidando mediante el pago de un encargado, cual si estuviéramos relatando el mismo pasaje del Buen Samaritano; y en medio de la crisis, muchos le decían que se olvidaran de aquel señor. Pero ellos decían: “nosotros lo habíamos traído para cuidarlo, jamás lo íbamos a dejar, era para darle un fin de vida más tranquilo, y aunque todo se nos complicó, pudimos dar los últimos días, él murió hace poco a los 94 años. Dios y María nunca nos desampararon y pudimos salir adelante”, afirmó.
Ese espíritu alegre y de servicio que caracteriza a Roger, no se detiene por ninguna contrariedad de la vida; ahora, con ocasión de los efectos del Huracán Eta en la Zona Sur, nos encontramos a este valiente trabajando, sirviendo a sus vecinos como lo sabe hacer muy bien. “En estos días que ha estado lloviendo mucho y las personas sin agua, se me vino en mente comunicarme con un amigo que tiene un cafetal por mi casa, le expresé que si me daba permiso para poner unas canoas de las matas de plátano para poner el agua hasta la orilla de la calle, para que las personas pudieran venir a llevar agua, porque estamos sin agua y esa tubería ni siquiera se ha podido encontrar donde está la falla; esto va para largo. Me dijo que sí, que lo hiciera; mi hijo me ayudó y cortamos unas orquetas y varillas, las pusimos hasta la orilla de la calle y no había terminado cuando empezaron a llegar unas vecinas con ollas, galones, botellas, etc; ahora, pasan carros con estañones y todo lo que existe para llevar agua, vienen de todo lado hasta de San Vito y los pueblos cercanos. Me siento feliz de ver que Jesús me toma para muchas cosas y especialmente para ayudar a otros de distintas formas”, precisó este vecino de Coto Brus.
“Ahora hice una parte más alta, para aquellos que quieran llenar estañones con el carro ya no tienen que llenarse con el balde, hay tres partes donde recoger el agua; extendí más cañerías para que no haya problema de llenar, puede haber tres al mismo tiempo. Hay mucha agua para todos, aprovechen ahora porque si llega, un poco de verano y se seca la fuente, Dios quiera que no se seque. Para este nuevo trabajo, me fui donde un señor y me regaló una caña de bambú, la rajé por la mitad y la puse en una parte más alta para que pudieran meter el carro y llenar el estañón. Esas tomas de agua están por la carretera que sale por el MOPT, por dentro, por La Ceiba en Sabalito”, compartió Vega.
Tras esta conmovedora y retante historia, Veguita nos deja un mensaje final: “ahora me siento tan bien con Jesús por lo que me pasó, nunca me dejó de la mano; Jesús me ama mucho, yo digo que yo soy el chiquillo chineado de Jesús y María, no me explico cómo me ama tanto Jesús y María, es tremendo el amor que me tienen. Yo le digo a las personas que yo siento que no tengo nada, que nada me ha pasado, es algo raro, porque las personas me dicen que ellos con lo que a mí me ha pasado ya estarían muertos, que jamás van a resistir. Pero, yo estoy tan feliz y deseo vivir 110 años, yo le digo a Jesús que me deje vivir 110 años, y que después me jale el mecate”, escribió jocosamente Roger para esta entrevista. Y añadió: “ahora la vida si la valoro, para mí es una vida más linda después de todo esto que me pasó, y estoy muy feliz con Jesús y María”.