Andrés Stanovnik arzobispo de Corrientes en Argentina, expuso en la Conferencia denominada “La Santidad en América en tiempos del Papa Francisco”, la vida y carisma de tres Santos Pastores en nuestra iglesia católica, que se han caracterizado por una vida de entrega profunda al servicio de Dios y de sus semejantes.
El arzobispo inició su exposición haciendo reflexionar a los presentes sobre el verdadero significado de la santidad indicando que “la santidad, es la unión con cristo, vivida en la iglesia y abierta a la misión”. Asimismo agregó que “en Aparecida se presenta esa unión con Cristo mediante la experiencia del discipulado misionero, que se expresa en las vocaciones específicas de los diversos estados de vida y ministerios”. Es en ese entorno de servicio misionero a la Iglesia dónde encontramos a los pastores discípulos misioneros de Jesús Buen Pastor. Stanovnik comentó a la audiencia el importante papel que jugó la Asamblea de Aparecida, la cual fue concedida como preparación y proyección hacia la misión continental.
En relación con ello, mencionó que el Papa Francisco en el Evangelii Gaudium, asumiendo la posición misionera de Aparecida, es categórico cuando afirma que “la salida misionera es el paradigma de toda la obra de la Iglesia, ya no podemos quedarnos tranquilos en la espera pasiva en nuestros templos, hace falta pasar de ser una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera”.
Continuando con su exposición el arzobispo de Argentina hizo alusión a tres Santos Pastores de la Iglesia Católica, el Santo Toribio de Mogrovejo, San Rafael Guizar de Valencia y a José Gabriel del Rosario Brochero, haciendo especial énfasis en este último debido a que estamos próximos a su canonización el próximo 16 de octubre del 2016.
El arzobispo relató que José Gabriel del Rosario Brochero, conocido como “El Cura Brochero”, fue un sacerdote de la República de Argentina, que vivió entre 1840 y 1914. Fue un hombre entregado a Dios y amante de Jesucristo, los testimonios coinciden en que fue un hombre de Dios. Su principal motivación apostólica afirma el arzobispo “fue conducir a su gente hacia el encuentro con Jesucristo, para que transformados por ese encuentro dejen atrás su vida de pecado y vivan en el amor a Dios y en el servicio al prójimo”.
De este modo aprovechó para citar las palabras del Papa Francisco en el Jubileo de los Sacerdotes, y en las cuales se evidencia la vida de Brochero “el corazón del pastor de Cristo conoce dos direcciones: el Señor y la gente. El corazón del sacerdote es pasado por el amor del Señor, por eso no debería mirarse a sí mismo, sino que está dirigido a Dios y a los hermanos”.
Fue su corazón sacerdotal lo que lo llevó a ponerse al servicio de las necesidades de la gente y no por eso dejó de vivir su identidad de pastor apasionado y sensible al hombre sediento de perdón y de paz. Por lo anterior su pensamiento radicaba en que “el sacerdote que no tiene mucha lástima de los pecadores es medio sacerdote. Estos trapos benditos que llevo encima no son los que me hacen sacerdote; si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego”.
Se lo representa como un sacerdote sentado sobre una mula, por los caminos que recorría con este medio, por lo que el Papa Francisco en su mensaje de Beatificación exhortó “dejemos que el Cura Brochero, entre con mula y todo en nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de las ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo, en el que sufre y necesita el amor de Dios. Sólo así gustaremos la alegría que experimentó el Cura Brochero, anticipo de la felicidad que disfruta ahora como beato en el cielo”.
Respecto a Santo Toribio de Mogrovejo el arzobispo no comentó mayor detalle debido a que consideraba que era muy conocido por los participantes de la Conferencia, por lo que prosiguió explicando la vida de San Rafael Guiza de Violencia.
San Rafael fue un hombre realmente centrado en Dios, su espiritualidad basada en la devoción eucarística y en el amor a la Virgen María. Se caracterizó también por el fomento de las vocaciones sacerdotales, la administración de los sacramentos (particularmente el de la penitencia y el matrimonio). Fue desterrado siendo un joven sacerdote y después como obispo en dos ocasiones, de modo que vivió su episcopado y su sacerdocio más en el destierro que conviviendo con su propia comunidad, lo que evidentemente le ocasionaba un gran sufrimiento. Fue un incasable misionero, y a consecuencia de ello no tuvo domicilio fijo. El Seminario fue la pupila de sus ojos, por lo que dedicó especiales cuidados a la formación del Clero, incluso en una ocasión San Rafael Guizar señaló “insistí en que los jóvenes intensificaran la oración y la comunión frecuente. Oía confesiones por la mañana y por la tarde daba platicas espirituales, hablaba personalmente con cada uno de los seminarista preocupado de sus problemas y con el deseo de infundir en ellos el espíritu apostólico y misionero”.
Al concluir su exposición en la conferencia el arzobispo Andrés Stanovnik concluyo con una frase del Santo Obispo de Veracruz “que el Señor nos colme de sus bendiciones y nos llene de su santo amor”.