En la Jornada Mundial de la Juventud del año 1995, en Filipinas, el Papa Juan Pablo II señaló a los jóvenes la misión del cristiano dentro de la Iglesia y les dijo: «Envíame» […] ¿Qué significa esto? Significa que estamos dispuestos a hacer la parte que nos corresponde en la misión del Señor […] La Iglesia es una participación viva en la misión de Cristo. ¿Comprendéis todos esto? […] Todos los fieles laicos están llamados a sanar y transformar la sociedad […] Os sugiero que lo meditéis. Os pido que construyáis puentes de diálogo y comunicación […] Ejerced un influjo positivo en la sociedad, ayudándola a derribar las barreras que se han levantado entre las generaciones. Nada de barreras. Comunión entre generaciones».
Amadísimos hermanos y hermanas, les dijo a continuación: «construid vuestra vida según el único modelo que no os defraudará. Os invito a abrir el evangelio y a descubrir que Jesucristo quiere ser vuestro «amigo». Quiere ser vuestro «compañero» en cada etapa de la vida. Quiere ser el «camino» , vuestro sendero a través de las angustias, las dudas, las esperanzas y los sueños de felicidad. El es la verdad que da sentido a vuestros esfuerzos y a vuestras luchas. Quiere daros la «vida» […] Por eso, él será vuestra «alegría» , la «roca» sobre la que vuestra debilidad se transformará en fuerza y optimismo. Él es nuestra salvación, nuestra esperanza, nuestra felicidad y nuestra paz. ¡Cristo, Cristo, Cristo!»