El romero en su camino, experimenta una serie de sufrimientos y dolores, los cuales precisamente sabe ofrecer por las intenciones que presenta en su plegaria a Dios por medio de la Madre, donde esa Madre es consuelo y compañía; por eso, hoy, queremos conocer el particular testimonio de un sacerdote religioso, que desde el año 2014 sirve en nuestra querida Diócesis de San Isidro.
El fraile Óscar González Villalobos, miembro de la Orden de San Agustín, se define “como un hombre muy agustiniano, en el sentido de que soy inquieto, con el corazón inquieto, siempre buscando, nunca conforme…, una persona que ha evolucionado y que ha cambiado mucho, en unos momentos para bien, en otros no tanto, pero siempre en evolución, nunca estático, no conformista; como fraile agustino he sido apasionado de la vida comunitaria, he sido apasionado de las vocaciones, he vivido tan plenamente este estilo de vida que me ha nacido compartirlo, y decirles: vengan… Como sacerdote, profundamente enamorado de la Eucaristía, profundamente enamorado de los sacramentos, profundamente enamorado del rosario… La experiencia de los últimos años ha hecho que me vuelva muy apegado a agarrar el rosario en cada momento de crisis, agarrar el rosario en cada momento difícil; y me parece increíble, porque de joven, de fraile joven, no lo veía tan claro”, afirma este fraile en entrevista concedida a Radio Sinaí 103.9 FM.
Pastor de la Parroquia Santa Marta en Ciudad Neily, jurisdicción eclesiástica que comprende todo el cantón de Corredores, describe estos años como difíciles, pero de gran satisfacción. “Nos ha tocado lidiar con distintas situaciones, pero muy satisfactoria; el trabajo de los laicos aquí es sumamente comprometido, son gente que se entrega que tienen un sentido de parroquia… Es constructivo para uno como sacerdote estar con ellos, querer acompañarlos, pero también dejarse acompañar de ellos, porque el laico te enseña más… Ha habido de todo, situaciones hermosas, preciosas, hermosísimas… Pero también situaciones muy duras, casi tres años de inundaciones en el sector de Campiña y La Central, un año tuvimos que tener setenta días enteros a damnificados en el centro parroquial con gastos enormes que no fueron subsanados por el gobierno, la crisis humanitaria de los migrantes… fue impresionante”, precisó González Villalobos.
En medio de todo eso, el Padre Oscar González, nos cuenta que en esta parroquia los fieles caminan a dos filiales que están bajo el patrocinio de la Reina de Los Ángeles, así la fe se expresa en el caminar a las comunidades de Tamarindo y Paso Canoas. En estos años atrás, “caminar con la gente en esas peregrinaciones, le da uno pues no sólo esperanza sino también sentido de comunión, sentido de: camino con ustedes. Así pensaba yo al inicio, camino con ustedes; luego, de repente descubres, no. Yo camino entre ustedes, soy parte de ustedes, sin ustedes yo no soy nada, sin ustedes no figuro nada, camino entre ustedes, le sirvo como sacerdote, les sirvo como pastor, pero con ustedes soy cristiano”, señaló con gran convicción de fe.
Este decidido y entregado sacerdote, que ha caminado con su pueblo como lo hemos visto en todas sus facetas, también experimentó el tener que transitar la dura prueba del camino del Covid-19, en medio de un pueblo afectado por este flagelo. Es claro en decir, que este cantón al ser fronterizo, presenta la particularidad de albergar muchas familias binacionales, realidad que facilita el que las personas se vayan contagiando; y por eso, no oculta lo doloroso de la realidad: “es doloroso los que caen graves, los que tienen que llevarse para San José, la soledad que van viviendo es la parte más dolorosa, las muertes…, y uno lo vive con ellos”; recordó el presbítero y fraile agustino.
A inicios de julio, “fui a poner una unción al hospital y salí contagiado, salí positivo de Covid; estuve con síntomas muy serios, y llevo encerrado casi veinte tantos días en la habitación, los frailes me han atendido muy bien, como buenos hermanos. Durante los momentos más difíciles del contagio y de la enfermedad, de los síntomas, todo lo ofrecí, se lo ofrecí al Señor por mi familia, por los frailes y por la parroquia, por cada persona, católicos y no católicos. Ofrecí al Señor y pedí que les cuidara, que les protegiera, y que aquellos que habían quedado contagiados que no sucumbieran, sino que pudieran salir adelante”, contó el sacerdote con voz pausada pero firme.
Y agregó: “hay un antes y un después, no es lo mismo ver el contagio, ver la pandemia desde fuera, que desde dentro; yo no andaba en fiestas, yo no andaba visitando casas, yo no estaba rompiendo la burbuja, fue un trabajo pastoral determinado donde quedé contagiado. Pero, aún así, uno ve la fragilidad, y uno constata lo que ya por fe uno dice: todo está en manos de Dios; uno constata, uno dice: no soy nada, no soy nadie, todo está en tus manos. Y sólo de esa manera, desde esa perspectiva, uno va saliendo también adelante”.
Para este sacerdote, como nos lo mencionó al inicio, la Virgen María juega un papel importante, y si el rosario había sido su compañero en momentos difíciles, en este caminar de la enfermedad del Covid también María sería su fiel compañía; razón por la cual en su relato, nos comenta cómo una obra de arte hecha en punto cruz, realizada por la sacristana de la parroquia, adquirió un especial sentido durante su convalecencia, pues en “la Virgen del Buen Consejo, que es la patrona de la Orden, esa mirada de la patrona, de la Virgen en esos momentos de cama, de tos, de ahogo, de fiebres altísimas, me miraba y me consolaba; frente a esa imagen todos los rosarios por mi familia, por la parroquia, por los frailes. Ha sido un proceso de fe y de comunión, de decir: sé lo que se está pasando, y en comunión lo puedo decir, y lo puedo vivir y lo puedo ofrecer”, indicó.
Por su memoria selectiva, el sacerdote y fraile Óscar González, manifiesta que prefiere no recordar muy bien aquellos días de más fuertes síntomas, pero sí nos comparte que, a nivel espiritual, “fue una situación de mucho abandono en manos de Dios, de sentirme muy frágil, de sentir ya hasta aquí, de pensar… Señor si me llamas, dale la fortaleza a mi madre, a mis hermanas… Pero, ha sido un proceso de mucha fe, de mucho abandono, de ponerme en manos del Señor, de ponerme en manos de Él, de buscar el consuelo en la mirada maternal de María”.
Este consuelo, también lo experimentó por medio de la fuerza que concede la oración del pueblo que pide con fe, “sentir la oración de mi madre, de mi familia, la oración de mucha gente, tanto de acá como de Panamá, de Panamá fue una cadena de oración inmensa que hicieron, y uno siente los frutos, uno los vive; el que diga que no, pues, yo no sé cómo no lo han experimentado, pero si se siente, si se percibe, si se palpa”, afirmó completamente convencido este oriundo de Cartago.
Así, la estricta cuarentena que ha vivido el Padre Óscar, y que aún debe guardar por algunos días más, la lee desde su espiritualidad agustiniana, valorándola como un proceso de interioridad y conocimiento, de reconocimiento, de oración y de abandono a nivel personal; pero, también su santo patrono le ayuda a hacer una lectura comunitaria, y lo cita al pensar que ha hecho experiencia aquella máxima que dice: para ustedes un sacerdote con ustedes cristiano. “Cada día que voy viendo las noticias, cuántos contagiados en Corredores, voy diciendo: yo soy uno, soy parte de, estoy con, mi oración con ustedes, mi entrega, mi ofrecimiento con ustedes. Es decir, uno de los sacramentos que más amo es administrar la unción de los enfermos, amo ir acompañar a las familias en esos momentos. Pues, ante mi orden sanitaria, pues no me queda otra cosa más que ofrecer, que orar, que decir no puedo pero que mi oración llegue, no puedo estar, no puedo llegar, no puedo hacer, pero que mi oración esté con ustedes… Para ustedes he sido sacerdote, un ministro, un servidor, pero con ustedes soy uno más, camino las mismas calles, sufro los mismos dolores, gozo las mismas alegrías”, relató el Padre Óscar con gran espiritualidad.
Tras esta larga cuarentena y etapa de fuertes síntomas, tras sentir esa fragilidad en su cuerpo y en su ánimo como nos lo ha descrito, este 28 de julio el Padre Óscar recibió la esperada noticia de ser dado de alta; y al saber que su cuerpo ha respondido ante el Covid-19, nos comenta que da “gracias a Dios infinitas, y le digo: has tenido misericordia de mí, aquí estoy, aquí estoy para hacer tu voluntad, enséñame el camino. Inmediatamente, pido y le pido al Señor, Señor que los frailes estén bien, que no les pase nada. Un sentimiento de agradecimiento, un sentimiento de humildad, de humildad ante todo esto, un gozo pacífico muy lleno de paz, muy sin alborotos sino tranquilo, pacífico”.
Así, tras poder conocer la primicia de este testimonio, nos quedaban dos consultas por hacer. Queríamos saber, si durante este periodo de enfermedad el Padre Óscar había podido celebrar la Eucaristía, y su respuesta nos ayudará a entender dos cosas: cómo incluso en esta privación también ha acompañado al pueblo, y cómo también la no celebración ante esta emergencia de salud, debe ser justamente entendida. “Por precaución no he podido celebrar la Eucaristía (usar misales y vasos sagrados que son de uso comunitario, es decir, por los otros frailes, es muy riesgoso)… He tenido incluso que ofrecer mi deseo de celebrar, y hasta en eso me uno comunionalmente con la gente que añora su Eucaristía, que quiere vivir su Eucaristía y no ha podido, nuestra parroquia no ha podido abrir los templos porque somos una zona naranja, y se entiende el vacío y la añoranza; una de las situaciones más dolorosas es cuando han fallecido laicos comprometidos aquí de la parroquia y no podemos abrir el templo, situaciones muy dolorosas, en ese sentido. Pues yo entiendo perfectamente lo que es hasta esa ausencia, lo que queda nada más es ofrecer y decir: Señor tú lo sabes. En eso, me acuerdo de los cristianos de Japón del siglo XVI y XVII, ellos llevaron la Iglesia, laicos catequistas, no había sacramentos, catequistas laicos fueron los que sostuvieron la fe católica”, acotó González.
Finalmente, vale la pena que atendamos al mensaje que nos quiere compartir este sacerdote, que por gracia de Dios ha logrado vencer el Covid-19, su testimonio debe también ayudarnos a tomar muy en serio las recomendaciones que nos dan las autoridades y contribuir así al bien de la sociedad. Al respecto, nos dijo: “tenemos que aprender varias cosas, esto no es jugando, hay mucha gente que es asintomática y no le da absolutamente nada, pero no quiere decir que esto no tenga consecuencias, porque la persona más débil puede contagiarse y sufrir más de lo que puede experimentar. Es cierto que estamos ante una situación socioeconómica sumamente difícil, ahí se nos invita a ser lo más creativo que podamos, pero sin desesperarnos, la desesperanza trae consecuencias enormes, la angustia es mal consejera para el ser humano. He oído tanta gente negarse a esta situación, negar que esté pasando esto, negar que esto suceda; y esto es una realidad, esto es una realidad, esto no es una cuestión inventada, esto no es una situación que pasa como cualquier cosa, lo estamos viviendo y hay que vivirlo, tenemos que vivirlo de la mejor manera y ojalá que la gente dejara de reunirse. Conozco aquí un caso, una familia entera contagiada por una reunión familiar, es no asumir consecuencias, es no asumir que somos responsables unos de otros, y tenemos que descubrir que sí lo somos. Somos responsables unos de otros, cuando el amor es más capaz que el egoísmo, sabe entender los espacios, sabe entender las distancias, sabe entender las nuevas expresiones, estamos en una nueva realidad, pues sí. Volveremos a una nueva normalidad, es nueva porque no va a ser lo mismo que antes, y entre más rápido lo entendamos mejor nos va a ir”, concluyó.