Este miércoles hemos vivido el cuarto día de la novena a San Isidro Labrador, día en que Mons. Juan Miguel Castro Rojas ha compartido con campesinos y productores agrícolas quienes con gran alegría recibieron al prelado en medio de sus campos y actividades, haciéndolo participe de sus ilusiones.
El día empezó en la humilde y pequeña finca de Doña Rosibel Herrera, quien junto a sus tres hijas y una nieta dan ejemplo de trabajo, constancia, humildad y superación. Fue ahí, al pie de los terneros, que aquellas valientes mujeres con sonrisa en el rostro y agradecidas con la vida fueron contando al Obispo sus luchas y trabajos. Combinando trabajo y estudio, sueñan y se esfuerzan cada día, haciendo de sus proyectos de pollos, cerdos y ganado, queso y leche un verdadero encadenamiento familiar por medio del cual van viviendo y pagando lo necesario.
Así, al finalizar aquel primer encuentro, durante la bendición, el Obispo en un signo de verdadero reconocimiento por su labor y ejemplo, dijo: gracias, las admiro, de verdad que si, ustedes nos enseñan que no necesitamos tanto para vivir, sino que lo más importante es la alegría y el disfrutar lo que Dios pone en nuestras manos».
Posteriormente, nos dirigimos a Fila Pinar para visitar la familia Blanco Fernández, quienes cosechan un sin fin de productos del campo como plátano, banano, café, aguacate y huevos; pero, lo que destacó en este segundo encuentro fue la producción y comercialización de Sacha Inchi o maní inca, producto que según conocedores ofrece variados beneficios para la salud; ahí, don Javier Blanco nos dejó admirados, al mostrarnos cómo ha ido confeccionado máquinas hechizas para poder realizar los distintos pasos que requiere para ofrecer el producto terminado de este especial maní, que aprendió empíricamente a procesar ya sea en su aceite o en grano.
Tras el almuerzo, la comitiva del prelado se dirigió hasta el centro parroquial en Fila Guinea, donde tuvimos la oportunidad de conocer los esfuerzos que se realizan para desarrollar el cultivo del café junto a otros productos menos tradicionales como son el palmito y la caña india; comercializando éste último en Naranjo de Alajuela, curiosamente en la empresa donde Mons. Juan Miguel laboró durante su juventud.
En esta finca los propietarios también producen tilapias, razón por la cual, el Obispo aprovechó para ir hasta las pilas, y tras alimentarlas, poder probar en esta ocasión sus cualidades como pescador, esta vez mediante la técnica conocida como atarraya, en una de las pilas de este emprendimiento. Así, tras varios intentos, la pesca llegó y logró su cometido.
A media tarde el turno de visita sería en la comunidad de Fila Tigre, ahí Mons. Juan Miguel Castro Rojas visitó un tomatal y compartió con los productores acerca de sus luchas y esfuerzos. Esta familia, que ha sabido heredar el conocimiento de la técnica a través de las generaciones, contaron al obispo que comercializan el producto en el mercado local y agradecen a Dios por la bendición del trabajo y la tierra. Tras visitar los tomatales y dialogar con estos valientes campesinos se impartió la bendición para luego visitar la bodega de acopio del producto y compartir un café.
Finalmente, al referirse al tema del cuarto día de novena, el Obispo pidió a los cristianos ser una Iglesia que presente la esperanza, «comprometida con quien más sufre y necesita ser acompañado de manera solidaria. La esperanza es la virtud que nos permite una motivación espiritual para pensar que el mañana siempre será mejor y, yo como pastor, no puedo dejar de lado la realidad de nuestros agricultores».
Y añadió, «como Iglesia, que presenta la esperanza, estamos llamados a construir, con nuestros hermanos agricultores, comunidades prósperas, esperanzadoras y comprometidas con la tierra; que no haya explotación ni exclusión de quienes desarrollan el agro en nuestra Diócesis. Estamos llamados a defenderlos. No podemos callar cuando son discriminados y manipulados […] les exhorto a caminar juntos en pro de una valorización de nuestros agricultores con responsabilidad y solidaridad».
Como dato particular de este día, el Padre Eladio Cubero Castro, Párroco de la localidad estaba de manteles largos, por eso desde buena mañana y en plena finca, iniciaron los festejos que durante el día se mantuvieron, y que al finalizar la misa terminó siendo homenajeado con la interpretación de unas jóvenes como charras mexicanas.