¡Alabado sea Jesucristo! Desde siempre he iniciado así las intervenciones de aquellos acontecimientos que a mi entender son don de Dios y por ende, momento de gracia. Agradezco, entonces así, primero a Dios por su guía siempre fiel, dador de cuanto somos y tenemos, mi pensamiento de profundo afecto a la Virgen María, Reina de los Ángeles, por ser esa Madre que con su manto nos protege y acompaña siempre; posteriormente, agradezco a todos ustedes por su presencia y colaboración: Mons. Montero, Fernando Vargas (del equipo directivo, y en él al Pbro. Edgar Orozco que hoy no nos pudo acompañar), Fabián Vargas (de la empresa ZEWS), personeros de prensa, fieles todos y muy especialmente a mis compañeros y hermanos de la familia Sinaí, que día a día laboran con el alma y el corazón entregado a Dios.
Hoy es un día de fiesta, gratitud y compromiso; fiesta porque damos un paso importante en el vertiginoso mundo de la comunicación y del continente digital que a nadie espera y que constituye un reto constante de cómo hacer presencia llevando el mensaje de Cristo en las nuevas “calles digitales”; gratitud a Dios que en medio de las limitaciones nos concede las personas y los medios necesarios, para desarrollar la tarea encomendada con calidad y gozo; y compromiso, porque estamos llamados a comunicar la verdad anunciando el mensaje de Cristo, dejándonos impulsar por el Espíritu hacia la nueva evangelización, presentando la verdad y creando comunión, gastándonos y desgastándonos por el Reino.
Hoy, más que nunca, es urgente como Iglesia saber utilizar los medios actuales para poder comunicarnos y hacer posible el compartir conocimientos a través de la técnica y la tecnología, recordando que este mundo globalizado y cibernético no quita la riqueza del compartir fraterno y directo, pero que tampoco podemos ignorar o menospreciar, porque constituye una oportunidad privilegiada para llegar a todos; siendo indispensable insistir en la necesidad de comunicar la Vida de Dios a través de nuestra propia vida.
Ante el avance de la tecnología, es necesario que como Iglesia, nos actualicemos haciendo el uso adecuado que ésta permite, de tal modo, que podamos promover el anuncio del Evangelio y el acompañamiento ante el dolor que experimenta la persona y los dramas humanitarios que hoy muchas personas viven, ante el olvido de una sociedad narcisista que necesita reaccionar; ejemplo de ello, la realidad que hoy se vive en la frontera sur.
Contar con este “web site” tan moderno www.radiosinai.org , para nuestra radio que se presta a festejar sus 60 años de fundación, es un reto y una aventura, porque reto y aventura es anunciar el Evangelio tanto ayer como hoy. Muchos son los que señalan los aspectos negativos del desarrollo de instrumentos como el internet, pero bien sabemos todos, su aporte positivo, razón por la cual se hace urgente la formación en los niños sobre el uso responsable, se debe seguir en la línea de una educación positiva, de rescatar lo bueno que se puede lograr, de tal manera que se llegue a un uso responsable y crítico, que le haga desarrollar al ser humano su espíritu de corresponsabilidad y de servicio, promoviendo el diálogo, la paz y la formación en la libertad.
Hoy, me lleno de alegría al pensar en el sueño de quien fuera sacerdote y fundador de esta empresa en aquel lejano 1957, Don Gonzalo Jiménez, pienso en aquel grupo de visionarios que pusieron sus mejores empeños en lograr esta perla de Sinaí 103.9 FM, cómo no pensar hoy en el querido Padre Coto quien tanto nos enseñó y tanto aportó a este diamante que hoy tenemos, cómo olvidar a los padres William Segura y William Rodríguez por su aporte, cada uno de ellos en una época particular que también les deparó sus propios retos, cada uno con un grupo de colaboradores que llevaron a Sinaí hasta lo que hoy es. Por tanto, pido a todos los productores, al comercio, a los colaboradores de planta, al equipo directivo y a los oyentes… mantener ese espíritu heroico de quienes muchas décadas atrás no tuvieron miedo a lanzarse y soñar con lo que quizá parecía imposible y que hoy es una realidad.
Gracias Fabián por su profesionalismo, gracias equipo directivo por su reflexión constante, gracias compañeros por su trabajo consagrado a Dios, gracias monseñor por confiar en nosotros. Y a todos con humildad les pido, no olviden rezar por mí.