Con la reciente noticia dada en Roma, como parte del proceso canónico para el estudio y discernimiento de la santidad de Fray Casiano de Madrid, se hace necesario poder en razón a la verdad histórica, recordar que la obra de este fraile no ha muerto como se ha señalado por algunos, sino que sigue vive en la Diócesis de San Isidro gracias a la acción del Espíritu en la Orden de los Hermanos Franciscanos de Cristo Obrero.
Históricamente, es importante recordar que “Fray Casiano de Madrid fue enviado a Puntarenas como fraile capuchino; no obstante, con el paso de los años y la decisión del cierre de esta casa en el Carmen de Puntarenas, el fraile español decidió permanecer en el servicio a los niños abandonados de las tierras porteñas; al tomar esta decisión, recibió la exclaustración de los Capuchinos y se acogió como religioso terciario bajo la protección de los OFM u Observantes”, indicó el Pbro. Fray Marlon Villalta, actual párroco de Potrero Grande. Recordemos, que esta obra del Hogar Monserrat, la mantuvo Fray Casiano hasta su muerte, luego estuvo en manos de los frailes, de manera especial del hermano Teófilo y el hermano Domingo, hasta que entregaron la casa a las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, quienes sirven en la actualidad en esta obra social.
Así entonces, con la muerte de Fray Casiano acaecida el 28 de junio de 1965, la obra social y el testimonio de santidad de Fray Casiano de Madrid no mueren; es entonces cuando tenemos que pensar en la orden costarricense que lleva por nombre Franciscanos de Cristo Obrero, que fue fundada en 1958 por Fray Casiano de Madrid en Puntarenas. Recuerda la historia, que “los Hermanos Franciscanos de Cristo Obrero, deben su creación a Fray Casiano de Montserrat (es el mismo Fray Casiano de Madrid, que se llamará a sí mismo de esta manera a su salida de los capuchinos), que fue su fundador; a Monseñor Dr. Víctor Sanabria Martínez quien la sugirió; a Mons. Juan Vicente Solís, quien la autorizó y a Monseñor Luis Centoz quien la confirmó y ayudó económicamente siendo Nuncio Apostólico”, recuerda el texto Dios levanta del polvo al desvalido, del Padre Arguedas Méndez. Pero, aunque la obra había sido creada con la autorización de la Iglesia local y se habían cumplido los requerimientos mínimos, esta orden terminó por abandonarse al no recibir la debida autorización de Roma, clausurando sus funciones en 1966.
Ante este hecho, es importante acercarnos al Pbro. Fray José María Arguedas Méndez, mejor conocido como Padre Chemita, él recuerda su paso por El Carmen de Puntarenas con Fray Casiano de Madrid; todo inicia con una carta que el mismo fraile le escribe, y en la cual podemos leer: “aunque no tengo el gusto de conocerle, por medio de Rubén, su amigo… he podido darme cuenta de sus buenos deseos de consagrarse… si usted algún día toma la decisión definitiva, ya sabe que tiene las puertas abiertas…”. Aquella carta, hacía revivir anhelos y esperanzas de una vida religiosa en nuestro querido Chemita, es por eso, que recordará en su obra, cómo luego de un proceso, el 4 octubre de 1959 vestirá “el santo hábito franciscano en la Capilla del Hospital San Rafael en Puntarenas, aquel fue el día más lindo de mi vida, pues al llevar el hábito de San Francisco de Asís, sentía haber realizado el sueño dorado de mi vida”, señala el fraile y sacerdote Arguedas.
Con el paso del tiempo, Fray Casiano nombrará al fraile Arguedas maestro de novicios, pero una desavenencia con Fray Casiano por motivos de la imperiosa necesidad de fortalecer la formación académica de los frailes, trae como consecuencia que Arguedas Méndez tome la decisión de salir de la congregación por poco más de dos meses, Dios lo traería de regreso a la experiencia franciscana gracias al consejo oportuno de su hermano y su madre, así el joven José María fue enviado a la casa franciscana que tenían en Paso Ancho y esto aumentó aún más el interés de formación académica en el joven Arguedas y se animó a comunicarle a Fray Casiano sus deseos de emprender el estudio eclesiástico; en aquella oportunidad recuerda el Padre Chemita, que Fray Casiano le dijo: “aunque me sorprende su decisión debo confesarle que no hasta el extremo, ya que he visto en usted una marcada tendencia a los estudios; yo estoy muy pronto a dar cuentas a Dios y no será Fray Casiano quien tenga que responder ante Él, de haber arrancado a un sacerdote del altar”. Y así, aunque sintió el apoyo del fraile español, éste le manifestó que su sueño de sacerdocio no podría ser dentro de la congregación, a lo que el joven Arguedas tuvo que guardar silencio y esperar, pues no se sentía llamado a ser sacerdote diocesano sino religioso.
A la muerte de fray Casiano, el fraile Arguedas continuó por casi dos años en el Hogar Monserrat, ante el cierre de las casas de la congregación que existían en aquella época, Arguedas Méndez habla con Mons. Román Arrieta, obispo de Tilarán en aquél momento, y le pide permiso para ingresar al Seminario Central; con su visto bueno inicia el proceso, y al cabo del primer año es claro con Mons. Arrieta de sus intenciones de formación con miras a la reorganización de la congregación, y como providencia divina es recibido por quien luego llegaría a ser Mons. Ignacio Trejos Picado, en aquel momento rector del Seminario, quien al comentarle sus intenciones, fue claro en recordarle que los grandes ideales cuestan mucho.
Es así como el Padre Chemita recuerda que “estando en el Seminario Mayor se sentía inspirado por la idea de Fray Casiano y prometió hacer resurgir la congregación”, al cabo del primer año de teología y luego de mucho discernimiento solicitó a su obispo de entonces, no sin gran temor, poder regresar a la que siempre había sido su Diócesis de San Isidro, acontecimiento que se dio en 1971. Con el paso de los años, el Padre Chemita sería ordenado sacerdote el 12 de octubre de 1974, con esto, el Señor permitió que lograra su promesa con la ayuda de Dios, cuando el 22 de julio de 1981 recibe el reconocimiento de la Orden a nivel diocesano, lo que se unía a una carta del Nuncio Apostólico Mons. Lajos Kada quien desde el 23 de junio de aquel año había dicho: “felicito a usted (Padre José María Arguedas) y a sus cohermanos por su deseo de continuar la Vida Religiosa iniciada hace algunos años por Fray Casiano de Madrid, en Puntarenas”.
Pero sobre esta promesa, el 30 de septiembre del 2015, en una entrevista concedida al Pbro. Elí Quirós para Radio Sinaí 103.9 FM, el Padre Chemita nos compartió sus sentimientos al respecto: “durante el seminario nunca olvidé que yo pertenecía a una comunidad religiosa llamada Hermanos Franciscanos de Cristo Obrero, cuando me ordené sacerdote la obra había terminado incluso contra la voluntad de unos hermanos que no recibieron apoyo… tuvieron que salir y quedamos sin nada; en el seminario guardé ese recuerdo e intención, me ordené y fui a trabajar a Los Santos, pero sin olvidar ese recuerdo y siempre con la intención de reconstruirlo…, a los cinco años de sacerdocio tomé la decisión de ir a Guatemala para tener ocasión de conversar con muchos religiosos empapados, que me ayudaran y orientaran y fue así como estuve ocho meses en Guatemala para el año 80, trabajando y ayudando, tratado de acumular principios para poner en orden después; luego de ocho meses regresé y le dije a monseñor (Ignacio Trejos Picado) que estaba dispuesto a trabajar acá y monseñor me mandó a Coto Brus; esa orden significó un golpe bastante fuerte, pues yo pensé que en Los Santos tenía más oportunidad, pero allá estaba lejos y con difícil comunicación, pero al fin y al cabo puse la confianza en el Señor… me fui sin contradecir, y resulta que cuando tenía mes y medio de estar en Coto Brus me nombraron de párroco, acepté pensando que Dios sabe lo que hace…; despuesito, comente los proyectos con monseñor y no sólo los aprobó, sino que me estimuló… eso fue lo que me impulsó…”, recordó en aquella oportunidad en la Casa San Damián.
Fray Francisco Matamoros, no duda en señalar que “en 1980 y teniendo al frente al Padre Chemita, se reorganiza la Orden cuando gracias a la memoria del Padre Chemita se pone por escrito la Regla y las Constituciones que se habían perdido en los tiempos de la crisis”; sobre este hecho, el mismo Padre Chemita en su obra dirá: “en mi estadía en Guatemala había hecho el ensayo cantidad de veces, pues lo comenzaba y a medio camino me intimidaba, me creía vanidoso y las destruía” y en el documento donde presenta el Ideario y las Constituciones al obispo, afirmará que este proyecto de redacción “constituyó una verdadera agonía espiritual”. Finalmente, al contar con el documento y la aprobación del obispo Mons. Ignacio Trejos, Fray Mario Villalobos (qdDg), Fray Francisco Matamoros y el Pbro. Fray José María Arguedas Méndez viven un retiro espiritual de ocho días impartido por el entonces sacerdote Fray Enrique Montero Umaña, hoy obispo de San Isidro, y será entonces el 25 de marzo de 1981, en San Pablo de León Cortés, que revistieron el hábito y retomaron el camino franciscano.
Como hemos visto, lograr este sueño y el cumplimiento de esta promesa no fue fácil para el Padre Fray José María Arguedas, él mismo se refirió en el 2015 sobre su agonía espiritual a causa del proceso de la reorganización de esta congregación, cuando nos dijo: “esa fue una situación bastante dura, porque yo me imaginaba todas las críticas que iría a recibir, y más una pobre creatura como yo, con lo escaso en preparación…, recibiría críticas no sólo del pueblo, y pensaba quizá menos del pueblo, sino del mismo clero; para algunos esa iniciativa mía fue casi escandalosa, incluso un padre me lo expresó y se echó un par de risas… eso me mortificaba duro, me llegaba duro, pero el Señor me dio fuerza y ahí vamos…” recordó en aquella oportunidad con su particular voz marcada y mirada que parecía revivir cada momento.
Así, con la congregación ya activada, viene la obra social del Hogar AMA, al respecto el Padre Fray José María Arguedas nos dice: “yo le hablé a monseñor (Trejos) que esta experiencia estaba en función de los niños desamparados y un día estaba yo lo más tranquilo cuando monseñor me llama para decirme que había un grupo de niños que andaba de ambulante, que un día están en un lugar y otro en otro, y que por la inquietud que habíamos hablado, era el momento propicio para fundar este Hogar…, yo tenía tres hermanos en aquel momento que eran Fray Francisco Matamoros, Fray Jesús Mora (actualmente diácono permanente) y Fray Neto (hoy el Padre Ernesto Bonilla), fueron los tres hermanos que elegí para empezar esta fundación, y fíjate que esos tres muchachos acá pasaron momentos muy difíciles…, comenzaron con 8 niños, acá no había luz…, acá se encontraron con monseñor y con los niños; a los 8 días pusimos la luz, así comenzó esto…”, precisó con la alegría que da la satisfacción de estar cumpliendo con la voluntad de Dios.
En 1984, el Padre Chemita en una entrevista concedida al Eco Católico, comentó el ideal con que se inició este Hogar AMA, en aquella oportunidad dijo: “la congregación abrirá una casa para acoger transitoriamente a niños desamparados, el propósito será cuidar de ellos mientras se localiza a sus padres; una vez hecho esto, los religiosos trabajarán para reconciliar a esa familia, si se tiene éxito el niño retornará al hogar con sus padres y ayudará a fortalecer la unión familiar”, sin duda, esta acá el espíritu de la obra de Fray Casiano.
Así, el actual Superior de la Orden, recuerda una vez más, que “la razón por la cual Fray Casiano sale de la Orden Capuchina es porque él se ha dedicado a alimentar niños de la calle de Puntarenas, en su decisión de quedarse es cuando surge la congragación; y por tanto, la congregación con el Hogar AMA lo que está haciendo es prolongando la obra de Fray Casiano, la razón primordial es la atención a los niños es riesgo social, ahí surge precisamente la idea de tomar el Hogar AMA que existía ya en Pérez Zeledón, pero que estaba en manos de laicos como obra social nada más, al llegar los frailes y tomar la obra, el Hogar toma fuerza e identidad y empieza a trabajar de la mano del PANI y se convierte en lo que es hoy, una obra de bienestar social en manos de la congregación que continúa precisamente la razón de los Franciscanos de Cristo Obrero, al servicio de la población infantil en riesgo social”, indicó el Padre Fray Roberto Corrales Zamora.
Al respecto, el actual director del Hogar AMA, Fray Jorge Sanabria “recordó que desde 1984 este centro es un legado de Fray Casiano, pues su obra encontró eco en la vocación del Padre Chemita, quien fue fiel a la visión y obra de trabajar por los niños, siendo ésta una alternativa para la protección de niños en riesgo social de todo el país que sufren abandono, maltrato y abuso de sus propios familiares; este centro cuenta con personal contratado para las diferentes área de servicio, el Hogar AMA desde 1984 ha atendido un promedio de 800 niños (de forma más estable) y unos 1300 niños contando quienes han sido atendidos en periodos más cortos; los servicios que prestan son: albergue, alimentación, terapia psicológica, religiosa, ocupacional y recreativa… es una obra social de la Iglesia que cuenta con el aporte del PANI, de la Junta de Protección Social y de socios que ayudan con actividades como ferias para el sostenimiento del programa…”. Ante ello, Fray Jorge señala sin temor: “nos sentimos fieles al legado de Fray Casiano, de trabajar por la niñez en riesgo social, sentimos que él lo expresó en dos frases muy bonitas que conservamos: mientras haya una alma fiel a la labor que la congregación realiza nuestra obra subsistirá en el lugar que Dios depare; y la otra frase es mientras haya un niño que tienda su mano nuestra obra no terminará…”, precisó.
Actualmente, la Congregación de los Franciscanos de Cristo Obrero cuenta con dos postulantes, un novicio, un fraile de votos temporales y nueve frailes de votos perpetuos, de los cuales cinco son sacerdotes; cabe señalar, que además del Hogar AMA administran la obra social de la Posada Emaús ubicada en San Vito de Coto Brus, tienen su casa de formación en el Convento de La Pintada, poseen también la casa San Damián y prestan el servicio de la caridad pastoral en cuatro parroquias de la diócesis.