Este sábado 11 de mayo se realizó el sétimo día de la novena a San Isidro Labrador, con la visita de Mons. Juan Miguel Castro Rojas, Obispo de San Isidro, a las comunidades indígenas de la Parroquia de Buenos Aires, con el deseo de hacer visible una Iglesia animada.
La primera actividad de la jornada fue la visita a la comunidad de Guanacaste, ahí se compartió en el emprendimiento de la Familia Figueroa Zúñiga, propietarios del rancho que se ha convertido en el sitio de encuentro para los turistas y medio de subsistencia para esta familia.
Ahí, familias de la localidad esperaban al Obispo, para compartir junto a él en medio de la naturaleza y con la sencillez característica, un desayuno tradicional, razón por la cual se degustó del tamal de arroz con bebida de chocolate hecho artesanalmente, atol de banano y maíz, y chicha como bebida típica de la zona.
Roxana Villanueva Zúñiga explicó a Monseñor Castro sobre las artesanías que realizan y los materiales de la zona que emplean, materiales que ya usaban los antepasados y que aún se conservan, como es el uso del guacal donde se sirvió la bebida. Posteriormente, Pedro Zúñiga ministro de la localidad y Tomás Figueroa, mayor de la población, explicaron sobre la historia, y cómo se conserva el dialecto o idioma indígena cabecear.
Seguidamente, se visitaron enfermos de la comunidad con ayuda de Pedro Zúñiga, ministro, quien guio a monseñor para llegar primero a casa de Pablo Obando vecino no oyente, y luego caminando, el obispo se dirigió hasta la casa de Evangelina Obando adulta mayor, ocasión propicia para animar a los familiares en medio de la enfermedad y valorar la misión que realizan; finalmente, visitó a Kevin y Cristofer, jóvenes con capacidades especiales, ahí el obispo exalto la misión de la madre de los jóvenes, quien agradece a Dios por sus hijos a quienes recibe con particular amor.
Luego, el encuentro con Isidora Mayorga fue un momento emotivo e histórico, ahí esta insigne mujer contó al prelado todos sus esfuerzos por la evangelización y la superación de las personas en la comunidad. Tras el diálogo, el obispo Castro pidió a esta reconocida educadora y evangelizadora, orar el Padre Nuestro y el Ave María en cabecar.
Tras el almuerzo en el rancho de Zacarías y Adelaida, en el que se dialogó sobre el esfuerzo que han hecho para estudiar sin descuidar los trabajos en el rancho, el obispo se dirigió a la comunidad de Yeri, comunidad que carece de luz eléctrica y lugar donde el obispo sostuvo un encuentro con los pobladores, quienes le compartieron sus luchas y sueños, así como la preocupación ante realidades ajenas y negativas que quieren introducirse en la vida cotidiana.
Finalmente, durante la Eucaristía, el prelado dijo, «debo decirlo como un lamento, cómo hemos visto a través de los años, en nuestra Diócesis, el trato hacia nuestros aborígenes, quienes han sufrido desprecios, marginaciones, explotaciones e incluso hasta la exclusión de una nacionalidad, cuando ellos son los merecedores de toda nuestra admiración y respeto por sus tradiciones, creencias, costumbres y vivencia del Evangelio, el cual está impregnado en sus conciencias y manifestaciones religiosas con un acentuado énfasis en la veneración por la naturaleza como fruto de las manos de la divinidad. Hoy es una oportunidad maravillosa para decirles perdón una vez más y a la vez, enseñarles el verdadero amor evangélico por medio de actitudes cristianas en pro de la defensa de sus derechos como personas e hijos de nuestra patria.»
Y añadió, «como Iglesia animada estamos llamados a respetar a nuestros hermanos originarios de estas tierras, a valorar sus creencias e inculturar el Evangelio entre ellos para el fortalecimiento de su credo, a escuchar sus tradiciones religiosas, culturales, educativas, para reconocer la riqueza ancestral, a apoyarlos en sus necesidades y proyectos, así como defender su cultura, idioma y costumbres. Yo como pastor tengo la convicción de que la Iglesia existe para servir y vivir el amor al prójimo y de aquellos que la necesitan gracias a la animación del Espíritu Santo. No es lícito ante los ojos del Señor excluir a nuestros hermanos aborígenes o considerarlos personas de otra categoría, al contrario, son los predilectos del Señor en nuestra Diócesis, los referentes de un Dios que no hace acepciones de personas, sino que los llama a la salvación. Por eso, les exhorto a caminar juntos en la propagación del Evangelio con responsabilidad y solidaridad».