Por segundo año consecutivo, Mons. Juan Miguel Castro Rojas, Obispo de la Diócesis de San Isidro, quiso celebrar la novena en honor a San Isidro Labrador junto a los campesinos y trabajadores de nuestra Diócesis, por esta razón, este 4 de mayo ha iniciado un peregrinar que lo llevará a nueve comunidades del sur del país.
Al ser las 9:00 am, Mons. Juan Miguel arribó La Sierra, comunidad del distrito de Platanares, y perteneciente a la parroquia San Rafael Arcángel; ahí, fue recibido con gran entusiasmo por los lugareños, quienes caminaron hasta El Tajo para mostrar cariño al pastor, mediante pancartas, saludos y buenos deseos.
La primera de las actividades que se desarrolló en este día de encuentro fue la visita a la artesana Francella Jiménez, quien comentó al Obispo sobre su arte innato expresado en carretas y yugos mediante la pintura. La visita sirvió para que Mons. Juan Miguel también demostrara sus cualidades en el arte, cuando la misma artesana invitó al obispo, tras una breve explicación, a realizar su propia pintura en un servilletero, invitación que aceptó gustoso, precediendo a demostrar sus dotes de pintor, mientras la artesana de Safraji, visiblemente emocionada, dijo: «usted no sabe la alegría que siento que usted esté aquí, para mí, esto, significa mucho».
Tras las bendiciones de rutina, la segunda estación sería en el tomatal de Hugo Fernández, ahí le explicaron al Obispo sobre el tiempo de producción y todos los trabajos que deben realizar para enfrentar las plagas y demás cuidados que implican estos cultivos. Luego de intercambiar experiencias y admirar diversos cultivos de la tierra, el prelado bendijo a los presentes y pidió al Todopoderoso buenos precios, que hagan posible el que sean recompensados los productores que se esfuerzan bajo el sol al labrar la tierra de nuestros campos.
Al bendecir la Finca Marespisa, la cual, según vecinos, da trabajo a un buen número de familias de la zona, el Obispo pidió por medio de la intersección de San Isidro Labrador proteger el trabajo y cuidar a tantas familias de esta comunidad. Posteriormente, en la Finca Integral Maná y La Finca Ganadera Los Sierreños, se conoció un poco sobre la producción de cerdos y reses, así como las técnicas para la alimentación, comercialización, y fecundación, que hagan posibles mantener estándares de calidad y productividad continua.
Ya cercanos del centro, el encuentro con don Rafael Ávila fue todo un viaje al pasado, a sus 93 años contó a los presentes sobre sus dotes artísticos, piloto de joven y artesano de pasión, mostró con sonrisa contagiosa sus obras maestras: aviones, carros y guitarras son algunas de sus muestras de talento innato, pues como él mismo reitero, sin academia, llegó a alcanzar logros en sus años mozos.
Minutos después, nos sorprendería el alegre panorama campesino, cuando el pueblo esperaba al obispo en el trapiche de Froilán Navarro, donde entre carretas y bueyes, la molienda daba la más dulce bienvenida aromatizada por el buen olor del humo que generaba la carne asada. Ahí, el Obispo sureño disfrutó entre los presentes, conociendo sobre el proceso de la molienda y degustando de sus productos, mientras en la horquilla sacaban bizcochos y los presentes se disponían a disfrutar y compartir.
Tras disfrutar del almuerzo y organizarse el desfile de boyeros para su respectiva bendición frente al templo de la comunidad, el obispo fue recibido por don Arnoldo Leiva Acuña, vecino de Mollejones, quien orgullosamente contó que en la década de los 70, fue junto al Obispo de entonces participante de las sesiones de Puebla, importante acontecimiento de la vida eclesial.
Finalmente, durante la Eucaristía, Mons. Juan Miguel manifestó haberse sentido «como en casa, pues con su humildad, sencillez y acogida hacen sentirse muy bien». Durante la homilía, dijo: “el Evangelio nos recuerda que sin Dios nuestra vida no tiene sentido, por eso debemos ser servidores de los hermanos. ¡Qué bonito que en el campo se comparten las cosas! Somos hijos de Dios y todos somos hermanos». Y pensando en el santo patrono que festejamos, agregó : “San Isidro, hombre humilde, nos enseña la solidaridad en las familias, nos enseña a compartir en las comunidades ante las necesidades, enfermedades o situaciones particulares, para que nos acerquemos como hermanos y compartamos de lo que Dios nos regala; eso se multiplica, porque Dios siempre va a bendecir», concluyó.