Entre pasillos y salones del Hospital Escalante Pradilla en Pérez Zeledón, Grace Villanueva Segura, vive su vida y desarrolla su misión y vocación con ahínco y pasión, pero sobre todo con la mirada y su corazón puestos en Dios, su eterna confianza.
Esta asistente de enfermería, nació en la reserva indígena de China Kichá, recuerda su infancia como una época hermosa, desarrollada entre quebradas y montañas, corriendo entre la naturaleza y disfrutando la tierra; no obstante, su familia migró al centro de Pérez Zeledón; y así, con el paso de los años realizó sus estudios primarios y secundarios, y para solventar gastos, empezó a realizar diversos trabajos desde los 12 años de edad.
Su raíz cabécar, marcada en su historia por su sangre y por lo vivido, son una riqueza; su padre, maestro de primaria impartía clases en cabécar y, su madre ama de casa, inculcaron siempre la importancia del trabajo y la necesidad de ser luchadores. Enseñanzas para la vida, que le han servido para enfrentar la historia, criar a sus hijos, vivir con pasión su trabajo y estar agradecida con Dios que, según nos comenta, “nunca abandona”.
En entrevista a Radio Sinaí 103.9 FM, nos contó que ingresó a trabajar a la Caja Costarricense del Seguro Social, “noble institución, que a nivel de Latinoamérica es la mejor seguridad social que existe; hoy le doy gracias a Dios por esa institución, porque a pesar de todas las críticas, de todas las cosas negativas que muchas veces algunos resaltan, son más las cosas buenas que lo negativo”. Así, visiblemente agradecida con Dios y con la vida, señaló cómo esta experiencia le ha hecho crecer espiritual y personalmente
Actualmente, su servicio lo ejerce en la sala de partos, “siempre hay personas que necesitan una palabra amable, una palabra de aliento, un consuelo; con sólo una sonrisa, muchas veces se sienten bien […]; por eso, me siento muy bien de esa oportunidad que Dios me da, muchas veces de darles la mano a las señoras cuando están con sus dolores, muchas veces de hacer una oración en silencio por esa labor tan extensa, esa labor de parto”, comentó.
Para realizar esta tarea, no duda en señalar que es necesario “fortalecernos espiritualmente, porque hay mucha necesidad, son enfermos, son personas que llegan más débiles, muchos llegan con mucho dolor, muchos han perdido un ser querido […]; entonces, de alguno tiene que salir la iniciativa de abrazar y hablarles, y darles las palabras que, gracias a Dios, siempre pone en nuestra boca para dar aliento a esas familias, porque es toda una familia que se involucra en el dolor”, comentó con voz pausada y firme, recordando quizá en su corazón muchas escenas y momentos vividos.
Con ocasión del Día Internacional de la Mujer, dijo a todas las mujeres de Costa Rica y del mundo, “no importa dónde nacemos, no importan nuestras raíces, no importa si se nos dice ‘discriminados’, porque muchas veces somos discriminados por nuestra raza; pero, si nos lo proponemos, si nos ponemos esas metas, yo creo que podemos salir adelante […] Somos muy fuertes y cuando Dios nos toma de la mano, más aún. Somos capaces de sacar a nuestros hijos adelante, somos capaces muchas veces de levantarlos de donde estén con nuestras plegarias; he visto, he visto a mis hijos levantarse de la mano de Dios, de la mano de la Virgen Santísima que nunca me ha desamparado”, precisó.
“Un granito de arena que pongamos, nuestra alegría, nuestra sonrisa, puede levantar muchos ánimos a muchas personas, porque hasta en la calle se topa uno personas que necesitan de una palabra de aliento, de una palabra amiga”, finalizó.