Fue un 3 de septiembre de 1942 cuando nació el niño José Gregorio Rosa Chávez, en el municipio de Sociedad en Morazán, El Salvador; procedente de una familia de agricultores conformada por Salomé Rosa y Bertilia Chávez, siendo el segundo de nueve hermanos, tuvo la oportunidad de formarse gracias a los esfuerzos de sus padres, sin saber que con el paso de los tiempos, su hijo llegaría a ser el primer cardenal de la historia eclesial, que es obispo auxiliar y no titular de una diócesis.
Habiendo estudiado filosofía y teología en su país natal, además de ser licenciado en comunicación por la Universidad de Lovaina en Bélgica; fue ordenado sacerdote el 24 de enero de 1970, el 17 de febrero de 1982 fue nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador y fue ordenado como tal el 3 de julio de 1982 por la imposición de manos de Mons. Lajos Kada; actualmente, es párroco de la Iglesia de San Francisco de la capital salvadoreña.
Cercano siempre al beato y mártir Mons. Romero, se le reconoce como uno de los impulsores más fieles de su obra, al punto que él mismo llega a decir: “lo conocí a los catorce años, él era sacerdote y yo era seminarista, después trabajé con él todo un año cuando yo terminé mis estudios de filosofía, ahí nos hicimos amigos en el año 65; luego caminamos juntos hasta el final de su vida, momentos tan difíciles que nos tocó vivir, padres asesinados y cosas por el estilo, así que caminamos juntos todo ese tiempo y eso fue una experiencia muy intensa pero muy hermosa… Siento que vengo en nombre de él (Mons. Romero) acá, a recibir ese honor, él lo merecía; él fue cardenal por su sangre… de modo que yo vengo en su nombre a algo que él tenía que haber recibido, pero Dios lo llamó antes y Dios lo coronó con el martirio”.
De frente a su nueva misión como cardenal, “sé lo que significa en cuanto estar cerca del Santo Padre, colaborar con él en total fidelidad, es lo que le pido a Dios que sea capaz de estar a la altura de lo que él espera de mí, y al servicio de la Iglesia, de la gente a la que siempre hemos servido de la mejor manera que hemos podido”, precisó en una entrevista concedida a Romereports.
En la última celebración eucarística que presidió en su tierra antes de ser creado oficialmente como cardenal, Mons. Gregorio Rosa durante la homilía señaló: “estoy pensando qué quiere Dios de mí, estoy pensando que quiere el papa de mí… esto tiene que ver con la Iglesia que Mons. Romero construyó con sangre de mártires”.
Finalmente, podemos recordar algunos elementos que caracterizan la vida del nuevo cardenal; la humildad y el servicio son dos de esas virtudes que irradian de su persona, y el mismo escudo episcopal resume en mucho su vida, pues “la estrella representa la devoción a la Virgen Santísima, la palma representa el martirio, el ramo de romero simboliza la cercanía con Mons. Romero y las manos representan la opción preferencial por los pobres”. Mucho tiene que decir el texto que él mismo escogió para esta celebración y que corresponde a homilía del beato Romero en diciembre del 78: “la palabra queda y este es el gran consuelo del que predica, mi voz desaparecerá, pero mi palabra, que es Cristo, quedará en los corazones que le hayan querido acoger”.