La mañana de este 15 de mayo, Mons. Juan Miguel Castro Rojas luego de realizar la novena al santo patrono por todo el territorio diocesano, visitando así nueve distintas realidades de agricultores, emprendedores y turismo, presidió la Eucaristía en la Catedral de San Isidro de El General, con ocasión también del cierre del Año Jubilar, para encomendar a Dios a todos los a él encomendados como pastor diocesano, y hacer un recordatorio a las autoridades gubernamentales de volver realmente la mirada al sector y a la región para ayudar y hacer posible verdaderas condiciones de trabajo y realización.
La homilía de este día, el prelado isidreño la inició con un pensamiento que dijo nació en su infancia cuando soñaba algún día repartir ya no la semilla del café sino del Evangelio, y que ahora ha visto realizarse por gracias de Dios al ser electo Obispo por el Papa Francisco: “yo he venido a esta tierra con la ilusión del sembrador. Tirar la semilla en tierra fértil y que dé el ciento por uno para la gloria y la alabanza de Jesucristo entre sus hermanos”.
Y agregó: “por eso, decidí que la novena en honor a nuestro santo patrono se realizara en diferentes parroquias, cuyas actividades agropecuarias, empresariales y turísticas recibieran la bendición de Dios y fueran escenarios para evangelizar y propagar la Buena Noticia en estos tiempos tan difíciles que vivimos, especialmente los costarricenses. Y, hoy, desde nuestra amada Catedral y gracias a los medios de comunicación locales, especialmente nuestra emisora Radio Sinaí, quiero dirigirme a todos ustedes mi querida Diócesis de San Isidro para darles un mensaje de Jesucristo y su Iglesia, en este día solemne de nuestra fiesta patronal diocesana”.
Este mensaje que quiso compartir Mons. Castro, como bien lo dijo, luego de escuchar a su pueblo, mirar sus diferentes situaciones laborales y contemplar los esfuerzos realizados, precisó: “en el silencio de mi viaje apostólico, los tuve a todos presentes en mis oraciones… hoy lo culmino elevando entre el cielo y la tierra el cáliz de bendición y el pan de vida […] y pedimos al Señor, concédenos que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo y sea también una plegaria de alabanza a tu nombre«.
Como resultado de su peregrinación, Mons. Castro concluye que, “falta mucho para este deseo de humanización, pues se carece de estímulos adecuados de parte del Estado Costarricense para tener una producción digna y con precios justos, así como su mercadeo; se carece de un reconocimiento social del valor de nuestros agricultores, productores pesqueros, emprendedores y trabajadores de los diferentes oficios y profesiones. Tareas pendientes y que, como su Pastor, debo insistir mucho, pues soy la voz de un pueblo que clama y pide justicia para quienes les dan de comer y beber a miles de costarricenses”, precisó.
Con la Palabra de Dios proclamada, concretamente en la primera lectura de Miqueas, el prelado dijo: “no son los sacrificios lo que agrada al Señor sino la práctica de la justicia, la lealtad y la humildad. Cualidades de un cristiano de ayer, hoy y siempre. La justicia, especialmente la distributiva, es decir, compartir con el necesitado los bienes poseídos, una experiencia de la Iglesia Primitiva y que hoy estamos llamados a vivir en todos los escenarios de nuestra vida laboral, agrícola, entre otros ámbitos”.
Al referirse a la lealtad, indico: “hacia Dios está en crisis, pues muchos desprecian sus preceptos, sus mandamientos y están viviendo ideologías contrarias al Plan de Dios como el apoyo al aborto, a la eutanasia, a modelos de familia cuestionables y comportamientos afectivos con serias consecuencias para la persona e incluso ofreciendo contenidos inconvenientes para los niños y adolescentes. Y la lealtad hacia las personas que nos rodean está entre dicho, pues muy pocas personas confían en los demás, se sienten traicionados, utilizados y marginados por lo que son, pues los consideran inferiores, desechables y hasta estorbosos, como son los enfermos, los ancianos, los abuelos, las personas en condiciones de salud muy lamentables e incluso ha generado el incremento de la violencia, asesinatos y pérdida del sentido de la vida que lleva a muchos al suicidio”.
Sobre la humildad, dijo: “esta virtud es sencillamente el reconocimiento de que el Señor es nuestro Dios y su palabra es veraz como siempre ha sido. Vivir la humildad es compartir lo que soy, no lo que tengo. Y lo comparto con Dios y con mis hermanos de una manera transparente y profundamente espiritual. Sin embargo, hoy la soberbia, la prepotencia nos aleja de Dios y de los demás”.
Seguidamente, Mons. Castro reflexionó que éste fue el estilo de vida de San Isidro Labrador, pues “los valores del Reino de Dios, es decir la voluntad del Padre, se pueden vivir e implementar en nuestra vida, nuestra familia, como personas y como sociedad. San Isidro Labrador los vive a plenitud, pues el escuchó y meditó la Palabra de Dios que hoy se ha proclamado; no fue ajeno a las exigencias evangélicas, pues incluso, mientras araba su tierra, oraba y, cuenta la historia, que hasta los ángeles le guiaban sus bueyes para que orara al Señor y meditara su Palabra. Todo un ejemplo para nosotros de ser un fiel seguidor de Jesucristo, su señor y Dios”, concluyó.