La prodigiosa voz de Minor Rafael Romero Vargas hunde sus raíces en Rivas, pues fue ahí, en una casita vieja justamente frente a la Escuela Juan Valverde, donde nació este personaje generaleño; aunque muy pronto, necesidades familiares provocarían el trasladado de los suyos a Quebradas, tierra que marcaría su vida, y escenario propicio donde con una buena cuota de jocosidad y otra más de talento innato, se empezaría a escribir una historia de pasión y de servicio.
En entrevista a Radio Sinaí 103.9 FM, cuenta Don Minor Romero cómo en aquellos parajes de la Quebradas de antaño, entre montaña, charrales y potreros asistió a la escuela; y, aunque para aquella época no era la constante, pues muchos terminaban asumiendo compromisos de hogar o en el campo, él tuvo también la dicha de asistir al Liceo Unesco, donde aprobó todos los años de forma satisfactoria, dando paso así en 1976 a los estudios universitarios que lo llevarían a las aulas de la Nacional para cursar la carrera de Educación, los cuales dejaría troncados al iniciar sus labores como oficinista de la CCSS en el Hospital Escalante Pradilla, puesto que desempeñaría hasta el 2010, tiempo desde el cual disfruta de su merecida pensión.
Esta inconfundible voz que en tan variadas transmisiones y programas, así como estaciones del dial, nos ha acompañado y hecho soñar, cuenta que sus raíces radiofónicas se enmarcan entre los cafetales, cuando junto a su hermano, dejaban volar la imaginación y soñaban despiertos; “junto a mi hermano nos gustaba escuchar la vuelta ciclística y los partidos de futbol, ahí en la actividad de la recolección del café, narrábamos los partidos imaginariamente y pasábamos comerciales, pero no los de las emisoras, sino comerciales de pulperías y tiendas que conocíamos de San Isidro; memorizábamos los nombres de corredores colombianos, estadounidenses, guatemaltecos, mexicanos y nacionales […] La vuelta nosotros la vivíamos en el cafetal, donde el complemento era un peón de papá que hacía las veces de sirenas de ambulancia. Estos están locos. ¡Qué barbaridad!, decía mi papá. Era un vacilón”, recordó Romero.
Su sueño no quedó ahí, razón por la cual, acondicionaron una grabadora vieja y realizando una serie de adaptaciones, sobre una piedra en el marco noroeste de la plaza en Quebradas, transmitirían rústicamente hasta el otro marco donde se amplificaba la señal en un parlante, época para la cual su hermano narraba, mientras Minor hacía comerciales y comentarios a los espectadores allí presentes. Aquellas genialidades, que para algunos podrían parecer travesuras, irían armando como él mismo señala: “el castillo de ilusiones”, que harían volver la mirada de ciertos locutores, los cuales percibieron en aquellos intrépidos, el potencial necesario para hacerlos experimentar unas pasantías en radio y, que poco a poco abrirían las puertas a programas deportivos y de opinión.
Romero se la creyó, y fue así como Dios y el tiempo le darían oportunidad para hacer camino en la radiodifusión y en la comunicación, colaborando como corresponsal de Radio Cordillera y Radio América Latina, ejerció también como corresponsal escrito para La Nación en la década de los 80’, tiempo en que recuerda cómo tras los partidos, redactaba las crónicas en la famosa Soda Sinaí de aquellos años. Así, en el mundo de la comunicación, visionario y atrevido, valiente y decidido, ha tenido que entrevistar a personajes de muchas áreas, figuras de la política como José Figueres Olsen y también del futbol como Don Hermes Navarro Vargas (qdDg).
Pero no todo son alegrías, también con nostalgia y dolor, Minor Romero, el hombre de la voz fuerte y potente, parece ser frágil al recordar aquel trágico 6 de septiembre de 1987, cuando minutos después de la una de la tarde de aquel domingo, tras la transmisión para Radio Sinaí de un partido de futbol en Orotina, el fatídico accidente del que son víctima, dejaría el saldo irreparable de la pérdida de su compañero de batallas radiofónicas Luis Salas Méndez.
Pero la vida es también una lucha, una carrera que debemos realizar; por eso, Minor Romero ha incursionado también en el mundo del atletismo, donde los años 80 fue una década de mucha efervescencia para el cantón en esta materia, que lo llevarían a cubrir la Carrera Santa que se realizaba en la comunidad de La Hermosa, con una moto y una grabadora portátil, viajaban en la punta de competencia, grabando en audio lo acontecido y retransmitiendo horas más tarde para Radio Mundo. La hazaña era épica, y aunque las condiciones del camino no eran las más favorables, la pasión que generaban en aquellas cintas era tal, que caló en los oyentes hasta el punto de gustar.
Al llegar la I Edición de la Carrera al Chirripó en 1989, Minor Romero también se iría involucrando poco a poco, responsable de comerciales y entrevistas para aquellos primeros años, daría el paso a otra gran pasión, y la estadística sería una faceta que vendría a desarrollar con profesionalismo y dedicación, hasta el punto de ser admirado por propios y extraños por su exactitud, precisión y valía de sus datos y comentarios, material que ningún medio tiene, y que sólo pueden conocer otros gracias a Radio Sinaí en la persona de este ejemplar apasionado.
Y si hablamos de pasión, para Romero “la radio es vida, es una forma de vivir, es vocación, es ADN, es algo que se lleva en la sangre, es una forma de desarrollar algunas cualidades, es interactuar con los oyentes, es acción, es calle, es imaginación, es proyección; realmente, me gusta hacer radio y comunicarme, por eso siempre digo que no soy locutor, soy comunicador, y me gusta esa relación voz oído, porque en realidad y, en síntesis, eso es la radio. Para mí, la radio seguirá creciendo y nunca pasará de moda”.
Para ir concluyendo, quienes hemos escuchado y compartido una transmisión de carrera con este hombre de radio, sabemos de su profesionalismo; es el hombre de los números, de los tiempos, de los récord, de la relación de carrera, de las cifras hechas vida y pasión que con su descripción estadística nos pone a soñar, el que nos hace entrar en media competencia, el que nos hace aguantar la respiración y suspirar de emoción; y para lograr eso, el mismo Minor nos cuenta que, una competencia como el Chirripó, él la vive “de forma intensa, uno está en un lugar pero, realmente hay que transportarse en los senderos, la forma de hacerlo es con las intervenciones de los compañeros en los diferentes puestos, ellos son los ojos de uno que van iluminando con su intervención el desarrollo de la carrera, hay que vivirlo muy intensamente, uno imagina hasta la cara del corredor, su compartimiento físico, si está agitado, si va haciendo su máximo esfuerzo o no, uno se transporta y está en el sendero siendo consecuente con las intervenciones de los compañeros en los diferentes puestos de transmisión de la alta montaña”, precisó.
“La preparación para la Carrera es concentración, es tener tiempos memorizados, es tener datos claros y reales a mano; normalmente, 15 días antes ya estoy en la carrera, preparándome psicológicamente, estoy dispuesto para dar lo mejor, pues la carrera es una final donde uno llega a darlo todo, con las herramientas necesarias para hacer un buen trabajo. Los respaldos que tengo es una base de datos, que no es electrónica sino escrita, uno se mete en la carrera y empiezo a vivir la competencia, esa fase tan bonita de transmitir lo que realmente la gente necesita escuchar”, añadió Romero.
Finalmente, Romero Vargas quiso compartirnos dos sentimientos; primero, “gratitud a tanta gente que ha tendido la mano para seguir adelante, la evolución que he tenido no hubiera sido posible sin la dirección de las distintas emisoras en tan buenas manos y, siempre destaco, que sería importante que vengan los pinos nuevos, así como aparecen en atletismo los juniors y juveniles, en la radio uno que va de salida debe hacer lo posible para que aparezcan los futuros comunicadores, los que pueden estar saliendo de la escuela o ingresando al colegio o en la universidad, hay que hacer un esfuerzo para que esa gente que van a ser esos futuros periodistas, comunicadores y locutores tengan espacio, hay que darles el impulso, buscar talentos como en el fútbol, pulirlos y que representen realmente la población de Pérez Zeledón y de la Región Brunca de la mejor forma”.
El mensaje a todos ellos “es que se la crean, que luchen y trabajen, no hay nada gratis en este mundo, hay que lucharla, y si hay un familiar, algún muchacho con talento y con vocación para la radio, hay que estimularlo y apoyarlo, pues difícilmente va a crecer como futuro comunicador si no se le apoya, es importante que haya una manifestación de mucho apoyo de la familia para que los proyectos de esa persona den fruto en abundancia, porque las ideas plasmarlas a la realidad cuesta y para eso ocupa la cooperación de mucha gente”, indicó.