De todas partes del país, identificados con los colores blanco y celeste y con gran amor hacia nuestra madre María, se congregaron cientos de fieles en la Asamblea Nacional de la Legión de María, que este año tuvo lugar en la hermosa localidad de Pérez Zeledón.
Al ser las ocho de la mañana dio inicio la actividad con el rezo del Santo Rosario, el cual fue dirigido por legionarios de las diversas diócesis de nuestro país. Luego de ello, se compartió un momento de alabanza en el que muy animados, se unieron al coro con los cantos de adoración, al tiempo que algunos aprovechaban para confesarse. Al ser las once de la mañana los legionarios se prepararon para el momento más importante de la Asamblea, la Eucaristía, la cual fue presidida por Monseñor Gabriel Enrique Montero Umaña y concelebrada por los presbíteros Elí Quirós y Vincent Mrio.
En su homilía el obispo de San Isidro señaló la importancia que los legionarios analicen interiormente qué mensaje tiene el Señor para cada uno por medio de las lecturas del día así mismo les indicó que de lo contrario “podrían perder lo más importante, esa palabra, ese mensaje que el Señor tendrá para mí personalmente y para la Legión de María en general” señaló.
De igual forma, les motivó acerca de la conversión que debemos tener los cristianos en el tiempo de cuaresma “la cuaresma no es solamente para que yo haga un ayuno el viernes, para que yo haga una confesión y comulgue…no, la cuaresma es para que haya una conversión de toda Costa Rica, de todo el mundo y de todos nuestros pecados, muchos de los cuales son pecados de omisión, que tan siquiera los católicos estamos acostumbrados a confesar” indicó el obispo.
Monseñor Montero, finalizó su homilía rogando al Señor “para que la Legión de María, se mantenga siempre fiel a la doctrina de la Iglesia, para que no se deje engañar fácilmente por doctrinas que parecen muy buenas pero que en el fondo no llevarán a nada bueno”.
Cabe recordar que la Legión de María es una organización apostólica de laicos de la Iglesia Católica que tiene como finalidad la Gloria de Dios por medio de la santificación personal, de sus propios miembros mediante la oración y la colaboración activa – bajo la dirección de la Jerarquía – a la obra de la Iglesia y de María. Su labor no consiste en dar socorro material, por el contrario se trata de llevar algo más importante recordando que “los apóstoles prefirieron dedicarse a anunciar el mensaje de Cristo y eligieron otros que cuidaran a los necesitados (Hech. 6,2). Además de ello cada legionario activo debe rezar diariamente la Catena, que es el Magníficat de la Virgen, la oración de los pobres y humildes y realizar un trabajo apostólico concreto cada semana, entre otros.