Este 2 de agosto en la homilía pronunciada por Mons. Javier Román Arias obispo de Limón, en el contexto de la Eucaristía de la Patronal de Costa Rica, en honor a la Madre del cielo bajo la advocación de la Reina de los Ángeles, describió el valor y la dignidad de la mujer a la luz de la noble misión y ejemplo que desarrolló la Virgen Madre.
A la luz del texto de la primera lectura de la Eucaristía, Mons. Román precisó que María es llamada Trono o Sede de la Sabiduría porque “María porque llevó en su seno al Hijo de Dios y porque acogió la Palabra de Dios, haciéndola objeto de amorosa custodia, en lo íntimo de su corazón”.
De esta manera “la Virgen María es bienaventurada tanto por haber dado a luz a su Hijo según la carne como por haber prestado fe a la Palabra del Señor. Incluso la misma maternidad divina fue consecuencia de su pronta obediencia al querer del Padre Celestial. Ella llevó a Jesús, como decía san Agustín, antes en el corazón que en su vientre”, recordó el obispo de Limón.
Seguidamente, en el desarrollo de la homilía, el obispo del Caribe fue describiendo los valores de la mujer que resplandecen en María, entre los que destacó: “su capacidad de entrega a Dios, porque el consentimiento de María es una ofrenda total a Dios y manifiesta toda la fuerza de entrega, confianza y de amor, propia de la mujer; en segundo lugar, su capacidad de entrega al prójimo, pues por sus características, la presencia de la mujer tiene un influjo humanizante y santificador en beneficio de la persona, de la familia y de la sociedad; en tercer lugar, su capacidad de iniciativa, pues con osadía, María se dirige a Jesús y le convence para anticipar su hora; en cuarto lugar su fortaleza en la prueba, pues en el momento del sufrimiento María manifiesta su fortaleza moral, su fidelidad absoluta y el seguimiento generoso al Señor… La figura de María ofrece así el modelo perfecto del discípulo del Señor. Ella es testigo del amor, que edifica a Cristo en los corazones”, precisó con vehemencia.
Así “el papel que Dios en su plan de salvación confió a María eleva la dignidad e ilumina la vocación de la mujer, en la vida de la Iglesia y de la sociedad de hoy. María, realizando esa forma de cooperación tan sublime, indica también el estilo mediante el cual la mujer puede cumplir concretamente su misión. Ante el anuncio del ángel, la Virgen no busca satisfacer ambiciones personales. San Lucas, nos la presenta como una persona que sólo deseaba brindar su servicio con total y confiada disponibilidad al plan divino de salvación”, afirmó el prelado.
Seguidamente, Mons. Román desarrolló un pensamiento hacia la mujer, valorando sus distintas facetas, entre las que destacó: “a las madres quienes a pesar de las dificultades o situaciones dolorosas dijeron SÍ A LA VIDA. Igualmente, las madres que con paciencia y piedad nos transmiten el don de la fe, una fe sencilla, auténtica y arraigada en la vida. Pienso también, en las esposas entregadas, esforzadas, trabajadoras, consejeras y guías seguras en los momentos de dificultad. En las miles de agentes de pastoral y docentes que, superando obstáculos de todo tipo, donan con generosidad su tiempo y su conocimiento para orientar a nuestros niños y jóvenes en el amor a Dios y las enseñanzas de la Iglesia. Las religiosas activas y de clausura que se gastan y se desgastan en la educación, la caridad, la salud, los proyectos de promoción humana entre aquellos que la sociedad aparta o desecha y las que ofrecen su oración por nosotros y el mundo entero. Por último y no menos importantes, aquellas mujeres sin distingo de edad o condición, que en medio del mundo, los ambientes de trabajo, la política, la academia y la ciencia, contribuyen con su conciencia, espiritualidad y rectitud de vida a hacer del mundo un mejor lugar para vivir. ¡Gracias mujeres! ¡Gracias de todo corazón! ¡Qué sería de la Iglesia y del mundo sin ustedes!”
“La figura de María recuerda también el valor de la maternidad, y en ella, el infinito e innegociable valor de la vida humana. En el mundo contemporáneo no siempre se da a este valor una justa y equilibrada importancia. Las madres, incluso en los peores momentos, saben dar testimonio de la ternura, de la entrega incondicional, y de la fuerza de la esperanza. No se dan por vencidas y siguen peleando hasta el final para darle lo mejor a sus hijos. ¡Qué sería de nuestra sociedad sin las madres!”, recordó Mons. Román.
Luego, invitó a conocer la Posada Belén una obra social de la Iglesia “que nació para acoger y acompañar a las niñas a las que le fue robada su inocencia y que a pesar de todo dijeron, si a la vida en su vientre. En este lugar se acompaña, forma y capacita a estas madres adolescentes para que una vez cumplidos los 18 años, posean herramientas para salir adelante junto a sus pequeños”.
Recordando así que “es nuestra manera de respaldar con obras la defensa de la vida desde la concepción y hasta la muerte natural. Estas muchachas son ejemplo de la fuerza sobrenatural de las madres, que no es otra cosa que la gracia de Dios en sus vidas, que las empuja a dar siempre más de sí, a superarse, a tener valor y a conservar la fe a pesar de los problemas y dificultades”, indicó.
Finalmente, nos llevó a reflexionar que “a ejemplo de la Virgen, las mujeres, al igual que los hombres, están llamadas a ser agentes de esperanza en medio del mundo. María no es una mujer que se deprime ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada parece ir por el camino correcto. No es mucho menos una mujer que protesta con violencia, o que injuria contra el destino de la vida cuando es hostil”.
“Las madres no abandonan su misión y en aquel instante, a los pies de la cruz, ninguno de nosotros puede decir cual haya sido la pasión más cruel: si aquella de un hombre inocente que muere en el patíbulo de la cruz, o la agonía de una madre que acompaña los últimos instantes de la vida de su hijo amado”, recordó el prelado caribeño.
Y pensando en las muchas mujeres y madres que viven en situaciones apremiantes en la zona de Telire, hizo un fuerte llamado, “hoy quiero que su voz resuene fuerte en todo el país. ¡Basta de abandono! ¡Basta de olvido y marginación! Su dolor es una obligación de todos los costarricenses, no solo de los funcionarios públicos y las instituciones, todos y cada uno debemos de implicarnos en esta causa, ¡En esta Costa Rica desconocida!