Este domingo 5 de mayo ha dado inicio la novena en honor a San Isidro Labrador para este año 2024, año del 70 Aniversario Diocesano. La jornada de este primer día inició en Playa Blanca, territorio perteneciente a la Parroquia Santo Domingo de Guzmán en Puerto Jiménez, con la celebración eucarística y la bendición a emprendedores locales.
La soleada y calurosa mañana dominical se vio engalanada por la presencia de cientos de fieles que acudieron hasta la hermosa y codiciada Playa Blanca, lugar donde el prelado de San Isidro encomendó al Señor todos los esfuerzos que se realizan en la zona, tanto a nivel social como eclesial.
En este primer día de novena el tema desarrollado fue una Iglesia en salida, razón por la cual durante la homilía el Obispo dijo: «en mi primera carta pastoral propondré una manera de ser Iglesia particular, quiero una Iglesia en salida.
Una Iglesia en salida es una opción pastoral de apoyo contundentemente a todos los fieles, creyentes y no creyentes, es decir, estar al lado de cada uno de ustedes y no esperar que lleguen al templo o las casas curales, sino acompañarlos para que sepan que no están solos».
Esta visita a la Parroquia de Puerto Jiménez se hizo en el contexto de iluminar y acompañar la realidad del turismo y la vida del mar, por ello, también en su homilía el prelado dijo: «hemos visto cómo a través de los años nuestras comunidades costeras han sufrido situaciones muy lamentables en cuanto a su desarrollo y progreso, tanto en lo moral como en lo educativo, económico y social, entre otros ámbitos. En diversas ocasiones, los gobernantes de turno han prometido obras en infraestructura como caminos vecinales, centros de salud, fuentes de empleo para que las familias costeras tengan una mejor calidad de vida. También promesas para una explotación sostenible de los recursos marítimos y una actividad turística amigable con el ambiente. Sí visualizamos desarrollo, sin embargo, no es lo suficiente para que la zona sur de nuestro país tenga las mismas oportunidades que tienen otras regiones», sentenció.
En esta misma línea, al finalizar la Eucaristía, el Obispo bendijo al nuevo y primer alcalde del reciente creado cantón de Puerto Jiménez, a quien invitó a servir siempre en favor del pueblo buscando el bien de todos. Ya en su discurso, el Obispo había dicho: «estamos llamados a una promoción humana y cristiana, bajo el marco legal de nuestro país, de todas las tareas turísticas y marítimas para que cada uno de ustedes, amados hermanos, puedan vivir dignamente en sus comunidades. En este sentido, hago un llamado vehemente a las autoridades nacionales a través de las direcciones regionales y a los gobiernos locales a unirnos para lograr esta promoción».
Finalizada la Eucaristía, Mons. Castro se dirigió a bendecir variados chinamos puestos a lo largo de la playa, perteneciente a emprendedores locales quienes realizan durante el año diferentes actividades para promover el desarrollo local.
La jornada de este domingo, continuó con una serie de actividades recreativas y familiares que ayudaron a expresar el sentir comunitario. Así, por medio de juegos tradicionales, niños, jóvenes y adultos pudieron compartir en la alegría el don de ser hermanos, y sentirse unos a otros necesarios para el camino de la vida. La imagen que regaló la actividad fue el compartir de familias enteras reunidos entorno al Señor, primeramente con la oración, y entorno a la ribera del mar, como regalo también dado de lo alto.
Para finalizar, el Obispo se trasladó hasta la finca de don Antonio Valverde Bermúdez, emprendedor de La Palma, quien comentó haber llegado a esas tierras en 1983 procedentes de la zona de Puriscal, tiene lo que invirtió para la siembra diferentes productos que comercializó entre muchas esfuerzos y desilusiones, pero con el paso del tiempo entró en el mundo del turismo, gracias al interés que despertó un nieto suyo, creando lo que hoy es conocido como La Perica.
Posterior a la presentación, el Obispo junto a su comitiva tuvo la oportunidad de hacer un recorrido por los senderos disfrutando del avistamiento de los tranquilos perezosos, gracias a ello, Mons. Juan Miguel Castro Rojas pudo disfrutar de la siempre alegre experiencia del contacto con la naturaleza, y de un delicioso fresco con la famosa empanada de la abuela y fruta de la casa.