La Escuela Nuestra Señora de Sion es signo visible de esta preocupación de la Iglesia que peregrina en Puntarenas, este centro que se fundó en 1957, debe su nombre a que está dedicada a la Santísima Virgen María. La historia cuenta, que para iniciar esta obra en Puntarenas, se encomendó a Sor María Isabel Calderón, Sor Herminia Campos, Sor Aidalía Gómez y Sor Emilce Araya, las cuales salieron de San José el viernes 1º de marzo de 1957. Era otro ambiente y otro clima el que les esperaba; fue así, como un grupo de señoras empezaron a organizar todo para albergar a las nuevas hermanas en una casa al costado oeste del Estadio Lito Pérez, que se encontraba en construcción por aquellos años. En este grupo de pías mujeres, destacan: doña Delia de Beeche, doña Flora de Acuña, doña Consuelo de Casalvolone, doña Flora Calvo, doña María Fait, doña Peggy de Segares, doña Mimí Fait, doña Dulce María Torre y muchas otras más.
Desde el primer momento que llegaron, estas religiosas fueron acogidas por las congregaciones existentes en Puntarenas, como las Hermanas Misioneras de la Asunción, las de la Pía Unión, Fray Casiano de Madrid, el grupo de damas Vicentinas y un grupo de madres y padres de familia de nuestras alumnas del Colegio; quienes ayudaron con alimentos y materiales, mientras las hermanas se acomodaban en su nueva casa.
El primer día de clase fue el martes 5 de marzo de 1957, se inició en un garaje con dos grupos, uno de primer grado con 28 alumnas y un segundo grado con sólo 6 alumnas; como la casa era pequeña, el grupo de segundo venía en la mañana y el de primero por la tarde. Cuentan los que saben, que las niñas llegaban impecables con sus uniformes blancos y se iban bien empolvadas pues todo el polvo entraba a la improvisada aula en el caluroso verano, mientras en invierno y cada mes con la luna llena, se metía el agua del estero y pasaban la mañana con los zapatos mojados. En ese entonces, las calles eran de tierra arenosa y con el viento se levantaban grandes tormentas de arena; así entonces, podemos decir que el comienzo fue muy difícil por la pobreza y la incomodidad.
La escuela crecía año tras año, por lo que tenían que estar cambiando de local para atender más alumnas y estar un poquito más cómodas; por eso, al año siguiente se pasaron a una casa frente al Parque Victoria, pues ya tenían hasta tercer grado, luego estuvieron en casa del señor don Eduardo Beeche frente a la Plaza Mora y Cañas, hasta el punto de impartir algunas lecciones en la antigua Casa Cural, porque no alcanzaban todos los grupos ahí.
Este centro que desde su creación estuvo en manos de religiosas, pero fue asumido a partir del 2005 por la administración de la Diócesis de Puntarenas; para aquella época, bajo la dirección de Sor Haydeé Durán Blanco, luego de Randall Espinoza Arias (hoy sacerdote), y posteriormente de la niña Ennar Mora Espinoza, quien laboró por muchos años como docente.
Cabe destacar que durante 19 años atendió sólo mujeres, pero luego se analizó la necesidad de incluir varones en la matrícula y fue así que en el año 1976 se recibieron los primeros alumnos, convirtiéndose en escuela mixta. Hoy por hoy, es una escuela Mixta, Urbana y Subvencionada, con los derechos de una escuela privada y no cuenta con una sola comunidad educativa, ya que la procedencia de los niños y las niñas es de diferentes barrios de la provincia.
En la actualidad, se imparte una educación que apunta a la formación de personas, conscientes de sus valores y de su dignidad como persona, además de desarrollar un espíritu crítico y creador que le capacite para afrontar las nuevas situaciones y transformaciones de la sociedad, cuenta también con un personal docente altamente capacitado.
Se fundamenta en la centralidad de la persona humana, la dignidad y la llamada a la felicidad teniendo como meta la comunión social. Las relaciones humanas, el diálogo, la solidaridad, el intercambio y el compartir conducen a la humanización de la cultura y del saber. El docente es el mediador del conocimiento, organizador de la acción pedagógica, investigador atento de las expresiones de la ciencia y la tecnología, y está consciente de que el joven es protagonista de su propia transformación construyendo: el saber, saber hacer y el saber convivir.
Por eso, Radio Sinaí, contemporánea de la Escuela Nuestra Señora de Sion, desea larga vida a esta institución y bienestar a todos los que día a día hacen vivir este centro de enseñanza y formación.