Este sábado 22 de marzo, Mons. Juan Miguel Castro Rojas ordenó diácono al joven Jason Albán Ulate Benavides, vocación sancarleña que recientemente llegó a las tierras del Sur para terminar su tiempo de inserción pastoral y disponerse así a recibir el orden sagrado.
Ulate Benavides nació el 1 de septiembre de 1996 en el Hospital San Carlos, Ciudad Quesada, hijo de José Ángel Ulate Montero y Roxana Banavides Lizano, fue bautizado en la Parroquia San José de Aguas Zarcas el 3 de noviembre de aquel año. Con el paso de los años, realizó sus estudios primarios en la Escuela Santa Fe de Aguas Zarcas del 2002 al 2008 y la secundaria en el Instituto de Formación Integral Montecarlo y el Liceo Gastón Peralta Carranza del 2009 al 2014.
Según comentó Albán a Radio Sinaí 103.9 FM, días previos a su ordenación, se considera un joven con vida normal, quien supo compartir con amigos y trabajar en el campo junto a su padre; le tocó discernir su vocación, camino en el cual sintió el particular apoyo de su abuela, de quien obtuvo la fe.
Tras los estudios eclesiásticos realizados en el Seminario Nacional Nuestra Señora de Los Ángeles entre los años 2015 al 2023, siendo seminarista por la Diócesis de Ciudad Quesada, obtuvo el bachiller primero en Filosofía y Humanidades, y luego en Teología; posteriormente, ya en nuestra Diócesis de San Isidro, fue nombrado por el Obispo de la Diócesis de San Isidro en la Parroquia Nuestra Señora de la Cueva Santa en el cantón de Dota.
Por deseo explícito de Mons. Juan Miguel, manifestado ya desde la creación del Santuario Diocesano en Santa María, llegó el día para que esta ordenación se realizara en la casa de la Madre del Cielo, con una mañana esplendorosa, y la participación de un buen número de fieles laicos, religiosas y algunos sacerdotes, Dios regaló un nuevo ministros servidor a su Iglesia.
Durante la homilía, el Obispo Diocesano de San Isidro, en un clima de cercanía, dijo: “la vocación de Albán no es algo casual, sino que forma parte del plan amoroso de Dios. Desde siempre, el Señor lo ha elegido para ser un instrumento de su gracia, para llevar su Palabra y su amor a los demás. Pero, como Jeremías, Albán podría sentirse abrumado por la magnitud de esta misión […] ante el llamado de Dios, es normal sentir temor o inseguridad. Sin embargo, el Señor nos asegura: […] No temas, porque yo estoy contigo para librarte”.
Con la segunda lectura, el prelado continuó, diciendo: “Albán, su ministerio será un llamado a ser puente de unidad, a servir con alegría y a poner sus dones al servicio de los demás. Como dice San Pedro: Que cada uno ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido. Usted ha recibido muchos dones, y hoy el Señor le invita a compartirlos con generosidad”.
Finalmente, minutos antes de imponer las manos e invocar el Espíritu sobre el elegido, con afecto especial de padre, el Obispo habló al corazón del nuevo elegido, diciendo: “como diácono, estarás cerca del altar, ayudando en la celebración de este misterio de amor. No permitas que este privilegio se convierta en rutina; al contrario, que cada Eucaristía sea para ti un encuentro personal con Cristo, que te renueve y te impulse a servir con mayor entrega […] Albán, permanece en Cristo a través de la Eucaristía. Deja que Él sea su fuerza, su luz, su guía. En los momentos de cansancio o dificultad, acude a Él, que se hace Pan de Vida para sostenerte”.