Cientos de campesinos y agricultores se hicieron presentes este sábado 22 de junio en la ciudad de San Isidro de El General para festejar al santo del campo, quien con ocasión del Jubileo Diocesano aglutinó en esta llamada a hombres y mujeres que diariamente trabajando la tierra nos hacen la vida más cómoda y noble.
Venidos de distintas partes de la Diócesis, tras una peregrinación por las principales calles de la ciudad, fueron recibidos en la Catedral de San Isidro donde hicieron ingreso solmene para lucrar así la debida indulgencia como prescriben las rúbricas de la penitenciaría.
Durante la homilía, Mons. Juan Miguel Castro Rojas, Obispo Diocesano, alentó a los presentes mientras parafraseó las Bienaventuranzas, al decir: “Bienaventurados los productores de la tierra y quienes la habitan con alegría y gozo entre los árboles, las sabanas, los ríos y los campos de cultivo, porque de ustedes es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los habitantes de los campos que sueñan con la Jerusalén Celestial como las verdes praderas donde el Señor los pastorea día y noche, porque de ustedes es el Reino de los Cielos”.
Así, con la atención capturada de todos los presentes y de quienes se unieron mediante la trasmisión de Radio Sinaí, el prelado agregó: “bendigo copiosamente a quienes viven de la tierra, viven en las praderas y de quienes alimentan las mesas de sus hermanos con los frutos de la tierra […] Le doy gracias a Dios por quienes desarrollan, cuidan y promueven el campo, tal y como lo he vivido en mis giras apostólicas y visitas pastorales a nuestras parroquias, pues ellos y ellas son los obreros del Reino de Dios que nos enseñan a amar nuestra casa común”.
Y con la Palabra de Dios proclamada en la liturgia, precisó: “en este jubileo, le pido al Señor que bendiga a quienes ponen su confianza en el Señor y oran todos los días al despuntar el alba y cuando se dirigen al campo, a la parcela, a la panga con la esperanza de obtener el fruto de la tierra y así alimentar a su familia y a la comunidad. Que bendiga a quienes, contemplando las montañas, los ríos y su fauna, luchan por la conservación de la casa común y nos enseñan el amor a lo que Dios nos ha dado para administrarlo con responsabilidad todos los días de nuestra vida”.
“De ustedes siempre será el Reino de los Cielos. Por tanto, sean obedientes al Señor y cumplan con su vocación agrícola y marítima para que seamos una sociedad creciente en el amor y la bondad de Dios para con la naturaleza […] La fidelidad de Dios se manifiesta, hacia ustedes en las cosechas, aún en los tiempos de baja producción, pues nos enseña que así es nuestra vida, no siempre tenemos lo que deseamos. No es un pensamiento conformista, determinado por una divinidad egoísta y tremendamente castigadora, sino una reflexión de los acontecimientos que inciden en nuestra vida, dándonos fortaleza y siendo ejemplo de cómo estamos llamados a vivir la santidad de Dios”, puntualizó el prelado.
Y recordando a San Isidro Labrador, santo que supo darle a Dios el primer lugar en su vida sin descuidar ni hacer del trabajo un ídolo, el Obispo hizo un llamado a partir del consejo de Jesús: “no nos agobiemos pensando qué comeremos o beberemos mañana porque el Padre Celestial sabe que tenemos necesidad de todo ello”.