La jornada del segundo día de la novena a San Isidro Labrador inició con una pequeña visita al emprendimiento familiar de Natalia Bermúdez donde producen queso, para posteriormente visitar Los Aires del Colibrí, emprendimiento de Don Lubín García Godínez, productor de palma de la zona.
Ahí, mediante un recorrido por la finca, se tuvo ocasión de poder conocer los grandes esfuerzos que realizan los trabajadores para la cosecha del producto, tanto de quienes cortan como quienes realizan las labores de ajilador y coyolear, este último trabajo, realizado sobre todo por mujeres que mediante esta actividad sostienen sus familias.
Durante la visita, Mons. Juan Miguel Castro Rojas también pudo experimentar en primera persona la extenuante labor de la corta de fruta, comprendiendo lo difícil que es esta labor que realizan diariamente y en donde deben de colectar más de tres centenares de esta fruta por trabajador, producto que entregan a la cooperativa o a empresas privadas para el debido proceso y producción de artículos terminados.
Luego de bendecir algunos comercios locales en el sector de Piedras Blancas, el obispo fue recibido por los fieles junto a la imagen de San Isidro Labrador, donde a pesar de las altas temperaturas y el sol imperante esperaban con ansias al pastor Diocesano, quien a su llegada saludó a los presentes para luego cargar también a San Isidro hasta el salón de la localidad.
Durante la homilía de este día dedicado al comercio y a las fincas, el Obispo dijo: «hemos visto cómo a través de los años nuestras comunidades desarrollan actividades comerciales y han aparecido pequeños y grandes empresarios; se han constituido latifundios y minifundios en las diversas parroquias; grandes proyectos de monocultivo como la piña y el café; la expansión comercial agropecuaria rodeando pueblos; con el apoyo gubernamental y regional se consolidó el Depósito Libre de Golfito; la industria pesquera y artesanal, y gracias al desarrollo tecnológico, los habitantes de nuestra diócesis tienen mayores oportunidades laborales y académicas. Sin embargo, no todo ha sido para el bienestar moral, social, laboral y productivo de quienes habitan esta región sureña».
Y añadió, «en mi primera carta pastoral valoro la riqueza de nuestra Diócesis y su desarrollo, pero también exhorto a una humanización de la riqueza, una distribución justa de la tierra y un apoyo gubernamental y regional para el bienestar de todos».
Por otro lado, en este segundo día, Mons. Juan Miguel Castro Rojas quiso rescatar el ser de la Iglesia sinodal, razón por la cual en su predicación indicó que ésta «es una opción pastoral para caminar todos juntos, cada uno desde su propia realidad, construir puentes, consensuar tareas, fortalecer el bien común, respetar nuestras leyes, compartir tareas en pro de la persona y sus necesidades básicas, ayudar a quien lo necesite para alcanzar sus metas vinculadas con el desarrollo de una empresa familiar e incluso personal».
«Una Iglesia Sinodal es una comunidad comprometida con todos, es decir, nadie sobra ni nadie es indispensable y cada uno realiza su trabajo en pro de todos. Estamos llamados a construir, desde lo comercial, comunidades prósperas, emprendedoras y que la población laboral tenga la oportunidad de un trabajo digno y bien remunerado; que no haya explotación laboral ni exclusión profesional», dijo el prelado.
«Estamos llamados a tener una justa distribución de la tierra. No podemos callar cuando pocos tienen cantidades de tierra sin producir y muchos no tienen tierra para sembrar y darle el alimento y el sustento diario a sus familias. Yo como pastor tengo la convicción de que los bienes creados deben ser un recurso para el desarrollo de la persona, la familia y la comunidad, así como la actividad comercial. No es lícito ante los ojos del Señor cuando se desaprovechan los bienes creados por él para el bienestar de todos. Por eso, les exhorto a caminar juntos en pro de una comunidad progresista bajo la guía del Señor y que cada uno realice su tarea con responsabilidad y solidaridad», sentenció el Obispo.
Posterior a la Eucaristía, y luego de disfrutar un delicioso almuerzo campesino se visitaron emprendimientos locales y la Planta Coopeagropal ubicada en La Guaria; ahí, Guillermo Botello Fernández, encargado de la planta, realizó un recorrido por la toda la zona operativa, explicando a detalle todo el proceso, desde el recibimiento de la fruta hasta las diferentes líneas de producción como aceite o harina de coquito, mediante el tecnicismo de pasos que hacen posible establecer parámetros de operación.
Al final del día, queda la sensación de constatar cómo vecinos agrupados en cooperativas como Coopeagropal, buscan juntos nuevas salidas y desarrollo integral, pero siguen faltando verdaderas políticas de quienes legislan para que no se busquen o beneficien intereses privados muchas veces producidos en lo que es de todos y debería estar para el bien de todos.